Regresa John Banville después de
pasarse unos años como escritor de novela negra llamado Benjamin Black. Como
todo cansa, habrá decidido volver a ser el que era aunque realmente nunca haya
dejado de ser nada. Para mí, por mucho que los escritores se cambien de nombre,
el estilo les delata. Y no es que este irlandés
se haya escondido de nadie. La editorial es la primera que te cuenta su vida en
la solapa y sus desdoblamientos de personalidad.
Pero aquí regresa con ganas de hacer
bueno lo que citó en alguna entrevista sobre eso de que existen el verso y la
prosa y que la poesía puede estar en ambos. Él quiere que en su prosa exista poesía
y ocasionalmente lo consigue. En este libro que nos ocupa no es tanto un asunto
de metáforas o lenguaje como de melodía. Porque coges el libro y te deslizas
por él casi sin darte cuenta. Pasas páginas, lo corres y lo recorres y sientes
que cada frase lleva inexorablemente a la siguiente y es como una cuesta muy
inclinada y hacia abajo que te empuja a correr. Pero no entendamos hacia abajo
como una degeneración del proyecto o en sentido negativo. Entendámoslo aquí
como un fluir. Eso es. Si Banville fuera rapero diría que este libro tiene
flow, que fluyen sus palabras y te hacen fluir con ellas. Aparentemente
sencillo y sin complicaciones, ni siquiera el tema de cuernos y ladrones es
original o complejo en su estructura, es una excusa para que el escritor pueda
hacer un ensayo sobre sus preocupaciones. Y tal vez ahí se le vaya la mano. Es
mi única objeción. Me gusta cuando escribe sobre lo que se le ocurre y
reflexiona así, en plan general, sobre
la vida. No me gusta tanto cuando Oliver, el personaje principal, retrocede y
me cuenta su niñez y su pasado. Y no es que no sea necesario o no esté bien
descrito. Es sólo que quiero saber qué es lo que va ocurrir con ese último robo
que ha realizado en su cleptomanía el personaje principal. Quiero saber en qué
queda lo de robarle a su amigo su mujer (por más que deberíamos pensar que su
mujer se pertenece a sí misma, el amor siempre habla de posesión aquí y
posesión allá). Pero no nos preocupemos por la digresión. Este escritor es muy
controlador con su obra. Estilo chejoviano. Si escribes sobre un alguien que
amartilla un clavo ese clavo tiene que estar ahí por algo. Todo confluye hacia
el final. No se escribe para dejar clavos sueltos, hay muy poco de casual en su
literatura. Este es de los que quieren mantener control absoluto sobre su
narración y hacernos creer que lo tiene todo pensado. Y además también tiene
algún que otro giro que no esperas. Por más que no es esta una novela en la que
haya una acción vertiginosa. La anécdota es minimalista. No hay más aventura
que lo que ocurre en la mente de este pintor con tendencia a llevarse todo lo
que no es suyo. Pero está muy bien expresado.
Por más que algunos periodistas que
se citan en la solapa se emocionen más de la cuenta. “…se seguirá leyendo mucho después de que todas esas novelas cacareadas a
bombo y platillo hayan acabado en la papelera de la historia de la literatura”.
Este debe ser muy amigo suyo. Tampoco es
para tanto. Aunque merece la pena. Banville decepciona poco si ya le conoces.
“Siempre
he pensado que uno de los aspectos más deplorables de la muerte, aparte del
terror, el sufrimiento y las heces, es el hecho de que cuando yo no esté, nadie
contemplará el mundo desde mi perspectiva. No me malinterpretéis, no me hago
falsas ilusiones sobre mi importancia en el intrincado esquema de las cosas.
Vendrán otros con otras visiones del mundo, incontables billones, una
mezcolanza de mundos, cada visión inseparable de cada individuo, pero la que yo
habré creado, por el mero hecho de mi breve paso por él, se perderá para siempre”
De Banville leí El mar y, por lo que comentas, debe de tener un estilo parecido a La guitarra azul. Sin saberlo, pensaba igual que este señor, la poesía puede estar también en la prosa y El mar está lleno, también de cosas que sólo pasan en la cabeza del protagonista. Se lo dejé a algunos amigos y no les gustó, supongo que a mí me pilló en el momento justo, por eso, a pesar de tener ganas de leer algo más suyo (de Banville, no de Black), no he dado el paso.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues sí, es como "El mar" pero yo diría que más ligero. Pocos personajes y una historia más breve. Tal vez menos ambicioso pero en el buen sentido.
ResponderEliminarSupongo que el libro que prestaste a tus amigos no les gustó porque este escritor no escribe novelas dónde prime el argumento, apenas ocurre algo, todo es más introspectivo, más de lo que le pasa a él en la cabeza. Eso tiene su público pero es menor. Para la próxima ya sabes que les tienes que recomendar algo menos lírico. Tal vez.
disfruto lo que escribes es mejor que leer el libro Besosssssssss
ResponderEliminarLo dudo mucho pero te lo agradezco, ja,ja Besos
Eliminarno es facil describir un libro
ResponderEliminarporque tienes que crear sobre lo que alguien creó
es mucho mas fácil escribirlo
:)un abrazo