Pues para no haber sido admirador de Murakami llevo ya
como unos cinco libros suyos leídos. Creo
que ya estoy definitivamente “amurakamado”. Sigo interesándome por otras
literaturas y no se me acabará el mundo cuando se me acabe su obra pero a falta
de algo que me interese más volveré a sus libros. Aunque algunos…
Este es de cuentos. Así que en su caso doble atractivo porque
no hay páginas de relleno. Son siete historias para 267 páginas. Entre todas no
suman lo que una novela media de las suyas así que entendí que aquí iría por
faena más rápido. Y así es. No es que vayamos a encontrar vibrantes movimientos
de personajes ni historias espectaculares pero tampoco es que se trate siempre
de eso.
Sí volvemos a sus referentes habituales, de eso no nos
escapamos por más que sus personajes comen y beben menos en estos cuentos, el
autor los ha puesto a dieta en esta ocasión. Sí hay un personaje en el cuento
Kino que se pega unos buenos lingotazos de “White Label” pero no es lo más
reseñable y tal vez tenga motivos para explicar los leves detalles de
surrealismo hacia los que deriva el cuento, como si la cosa fuese tomando un
cariz etílico.
También alusiones a música actual pero mucho más al jazz de
cualquier época que esté escuchando en esos momentos Murakami. Si lo escucha él
lo escucharán sus personajes.
He leído por ahí que también vemos la misoginia habitual del
autor. ¿Misoginia? Creo que la sociedad nipona es misógina o por lo menos
machista pero Murakami lo es un poco menos que su sociedad. Todos estos hombres
sin mujeres de este libro lo son porque ellas decidieron dejarles pero la
mayoría no siente rencor hacia estas, la mayoría idealizan a esas mujeres
fuertes e independientes, la mayoría dedica el resto de sus días a recordarlas
y a rememorar sus historias. Sherezade es el cuento que más nos ha gustado a
los que comentamos por las redes. El relato “Samsa enamorado” también ha
gustado mucho aunque a mí menos. Es la “Metamorfosis” al revés. El insecto se
transforma aquí en hombre y eso no genera menos extrañeza. Es original y tiene
sus momentos pero deja con los hombros bien encogidos. Y tampoco me apasiona el
relato que cierra el libro y lo titula. Habla de lo mal que lo pasan los
hombres sin mujeres pero se le escapa una obviedad tan sonrojante como esta:
Convertirse en
un hombre sin mujer es muy sencillo: basta con amar locamente a una mujer y que
luego ella se marche a alguna parte.
Gracias, Murakami, sin ti no lo hubiese adivinado.
En cuanto al único punto misógino lo pone en boca de un
personaje no protagonista y no es para tanto:
Tokai estaba
convencido de que todas las mujeres nacían con una suerte de órgano
independiente especialmente diseñado para mentir.
Supongo que los hombres japoneses deben ser los más sinceros
del mundo porque si no, no se entiende.
Lo cuenta en “Un órgano independiente” claro, un cuento dónde
un hombre abandona el donjuanismo por enamorarse locamente de una mujer. Muy
bien llevado este también. “Drive my Car” o el cuento de ecos a lo Beatle
“Yesterday” nos siguen recordando lo necesarias que son las mujeres para los
hombres y lo mal que lo llevamos si las que queremos se nos van por ahí o somos
tan torpes de dejarlas. Así que el libro sí es más o menos homogéneo en cuanto
a temática. Irregular como todo libro de cuentos pero coherente con la
filosofía del título.
Hasta el próximo Murakami. Pero recordad que este es sólo
para los que gusten mucho de este autor y desgraciadamente para mí, no estaba
en el grupo. Un seis sobre diez.