lunes, 22 de julio de 2013

Libertad

Si buscamos opiniones sobre esta novela veremos apasionadas críticas a favor y enconadas diatribas en contra. ¿Por qué tan poco equilibrio en las opiniones? Supongo, y es sólo una teoría improvisada, que es una novela que se sitúa claramente en un terreno muy específico de la literatura. Es una novela de la psicología, de la lentitud del medio literario frente a la velocidad y el vértigo de la televisión o el cine actual. Es una novela para pacientes o muy leídos. No lo es para gente que necesite una sorpresa desde la primera página. Sin ir más lejos yo leí su primera mitad pensando que Franzen había "pinchado", que no era tan buena ni de lejos como su otra obra maestra que es "Las correcciones" y que aprovecho para recomendar como monumento literario supremo o casi. Desde luego en "Las correcciones" había más sentido del humor que aquí dónde vemos las tragedias de unos personajes que ven cómo sus ideales y sus sueños se van transformando cuando se estrellan contra el muro de la realidad y la experiencia.
Franzen se sentó durante diez años sin prisa pero sin pausa para escribir su segunda gran novela americana y para seguir siendo fiel a su ideal de literatura del esfuerzo. Una gran parte de la novela es una presentación de los personajes de una familia norteamericana. La infancia de los padres y los hijos, sus traumas, sus anécdotas, sus ideas, sus diferencias... El último tercio de la novela, cuando ya conoces tan bien a esos personajes que los confundes con tu familia, empiezan a sucederles hechos que precisamente porque te son tan cercanos, te sorprenden y te implican.
Todos los personajes evolucionan de una manera natural en el transcurrir de la historia. Todos ven más o menos derribadas sus convicciones más absolutas. Todos sufren humillaciones cotidianas. Todos son creíbles. Debo decir que Connie, una secundaria que no he visto reseñada por ninguna opinión, me sorprendió como adolescente sumisa enamorada hasta lo patológico de su novio. Conocí a una chica tan parecida a ella que a veces he leído el libro como si yo, en caso de ser un buen escritor, lo estuviera escribiendo. Escalofriante ver cómo los seres humanos de un lugar tan lejano para mí como Norteamérica(vivo en Barcelona) pueden repetirse y resultar tan iguales. Y digo escalofriante porque estas cosas suspenden momentáneamente tu idea de que existe el libre albedrío. O de que eres único. Pero luego entiendes que si bien nos parecemos, todos somos distintos. Y hasta te reconforta ver cómo cualquier problema que puedas padecer en la vida lo está padeciendo alguien del mismo modo y que además siente y piensa como tú. Leyendo los personajes de Franzen es difícil que no encuentres alguno que te recuerde hasta en el modo de hablar a un conocido tuyo.
Cuando un novelista hace bien su trabajo y te engaña apropiadamente no sientes que leas una novela sino más bien un ensayo. O te introduce en la historia para que trates de tú a tú con sus personajes.
Así que... ¿Recomendable? Detesto esa cuestión. Si quieres algo rápido huye. Si eres paciente has de saber que la recompensa llegará.
Yo ya no olvidaré a esa mujer que se casó con un hombre porque no consiguió a su amigo pero que a fin de cuentas entiende que los deseos también se equivocan. O a ese hombre bueno expuesto a los malos que necesita amor para seguir siendo bueno. O a su hijo sin ideales en proceso de conseguirlos. O a su nuera enferma de amor. O a su hija cínica. O a Richard, el seductor aburrido por exceso de placer y vida. O a... Bueno, son 667 páginas para ir descubriéndolos. No es nada que no se haya contado antes pero sí es algo que rara vez se cuenta con tanto detalle.
Brillante.

lunes, 17 de junio de 2013

Pensad en Flebas

Es la última vez que me justifico por leer novela de género. Y además nadie me lo pide. Mi amor por las letras nació con los cómics y germinó con la literatura de género. Después ya llegó la madurez y la pedantería. Pero en los últimos tiempos y a la luz de la experiencia no veo motivos por los que este tipo de literatura no pueda competir con el mainstream en igualdad de condiciones. Muchas novelas "realistas" premiadas apenas tienen un par de ideas para sostener el premio y mucho menos un volumen de trescientas páginas. En cambio otras novelas menos dignificadas por las academias pertenecientes la ciencia ficción, el terror o el género negro esconden joyas entre sus páginas. Y algunas incluso estilo.
No sé si estilo es lo que tiene esta novela de Iain M. Banks, tal vez no es ese su fuerte. Lo que sí tiene son ideas magníficas y un ritmo brutal. Setecientas páginas de imaginación futurista, aventuras macabras y sangrientas pero verosímiles(si eres capaz de entrar en su mundo y suspender la credulidad), de reflexiones escondidas sobre los que creen en el avance de la tecnología y la ciencia frente a los más tradicionalistas(y aunque parece que el autor se decante por unos, no es del todo así) y sobre la crueldad de la especie humana aunque en realidad lo que se dice humanos salen más bien pocos por no decir ninguno(aquí hay otras especies de forma antropomórfica y similar a la nuestra pero otra cosa). Naves tan grandes como planetas y algunas escenas de acción que se desarrollan durante cien páginas sin respiro y pueden agotar a mucha gente. Las críticas adversas le llegan a esta novela porque a veces abruma el exceso. Pero la anécdota central dónde el héroe acaba en una isla en un planeta extraño con carnívoros religiosos es de lo más original que he leído nunca. No quiero explicar nada para salvaguardar la sorpresa de los afines a este género que puedan estar interesados pero el autor consigue miedo y asco y tensión con el simple arte de escribir frases. Estoy curtido en estos menesteres pero todavía me llevo sorpresas. Cuidado con los estómagos frágiles, aviso.
Y por supuesto, si la novela sólo fuera pirotecnia pues se quedaría en interesante y ya está pero como indicaba más arriba puedes reflexionar sobre esos dos mundos enfrentados que se parecen tanto al nuestro. La ciencia ficción suele funcionar así, trasladando el mobiliario del presente al del futuro y haciendo hipótesis sobre como degeneraremos(o no).
Iain M. Banks continuó esta novela en muchas entregas más que incluso aseguran por ahí que son mejores. ¿En serio? ¿Es posible? Solía alternar esta saga con novelas del mainstream no menos crueles pero sí probablemente más premiadas. “La fábrica de avispas” sobre un joven con disminución psíquica que vive con su padre me impactó en su momento. Ambas tendencias de la narrativa del autor compartían lo imaginativo con lo cruel y alguna que otra escena especialmente epatante. Siempre sorprendían. Y ahora hablo en pasado porque leyendo la novela supe que nuestro escritor se estaba muriendo de cáncer. El pasado nueve de Junio nos dejó.
Descanse en paz, sus libros siguen vivos aunque yo lo haya descubierto más bien tarde.
Dejo como epitafio su cita de la wikipedia:

"Escribo porque me gusta, me divierte, he dedicado la mayor parte de mi vida a hacerlo mejor, y puedo vivir de ello: no hay nada como un día de trabajo."

sábado, 20 de abril de 2013

Amor en Venecia, muerte en Benarés

Se supone que es una novela. Te la venden así. O te la llevas así de la biblioteca, como un documento. Y me parece magnífico porque así puedo coger más documentos. Pero eso no evita que al terminar de leerla tenga la sensación de que haya leído dos historias distintas, cada una de las cuales con un título distinto. La primera novela sería "Amor en Venecia". Luminosa. Con historia de amor y sexo. Con alegría y euforia y fiestas y exposiciones de arte y mucho glamour. Con cocaína y gastos desmesurados en vestuario, cortes de pelo e imagen. Con humor.
La segunda historia o novela sería "Muerte en Benarés" con mucha pobreza, situaciones estrambóticas y ninguna historia de amor(o puede que sí pero desenfocadas y como en segundo plano). Con situaciones sórdidas, escatológicas. Con alguna que otra revelación espiritual(si quieres verlo así o ponerte en el lugar del personaje). Con un cambio de valores que contrasta vívamente con el de la primera novela. Con humor.
Y sí, ya veo las objeciones. Después de todo sí hay una novela. Tal vez una única historia que nos pinta dos retratos opuestos, uno de Oriente y otro de Occidente, para que hagamos nuestras comparaciones. Una historia en la que el chiste fácil o difícil está a la vuelta de cada página. Porque si hay algo de inglés en este libro es la ironía. Y eso es lo que más unifica el conjunto. El estilo humorístico del escritor. Y puede que el hecho de que al final no se trate de una novela al uso. Porque no ocurre prácticamente nada. Hay anécdotas, el enamoramiento parece que se perciba como una historia y la base de todo pero luego se difumina en otros asuntos. Definitivamente esta es otra novela que no se puede recomendar a todo el mundo. Es un nuevo ejercicio de estilo de esos tan habituales hoy en día dónde la ficción y la realidad se difuminan más que nunca. En este caso, creo, un ejercicio logrado. Al menos por las sonrisas que ha logrado en mí(no carcajadas pero sí sonrisas satisfechas y como de reconocimiento ante alguna verdad íntima).
Confieso que lo saqué de la biblioteca porque alguien me dijo que leyendo a Geoff Dyer se había acordado de mí, o mejor dicho de mi escritura. Yo no soy un escritor. No uno profesional desde luego y hay muchas distancias que salvar aquí. Pero lo cierto es que al leer a Dyer me identifico plenamente con su estilo. Es como mi alma gemela. No puede evitar hacer la gracia incluso en el peor de los casos. Es como si para no mirar directamente al mundo nos pusiéramos una máscara de payaso y nos amparásemos en la risa. Y bien, apunto este motivo porque aviso a todos los que entren en las páginas de este libro que el que aquí lo critica no puede ser objetivo con su alma gemela. Me ha gustado mucho porque me ha recordado a mí mismo. No se si puede haber motivo más mezquino para criticar positivamente a un escritor.
Su última novela es “Yoga para los que pasan del yoga”. Como en la que he reseñado, imagino que habrá de todo. Una novela que no es novela y que se mezcla con el ensayo, que mezcla la ficción con la realidad... y en la que habrá mucho humor.

domingo, 14 de abril de 2013

Tú serás mi cuchillo

Creo que me gustaba la idea de volver a leer un libro de género epistolar. Aunque fuera ficticio. Y que el autor dijera que se había basado en las "Cartas a Milena" de Kafka. Pero David Grossman no consiguió engancharme al final. Son tres cuartos de libro en los que un tipo le escribe apasionadas cartas a una desconocida que vio en una reunión y que le impresionó especialmente. El otro cuarto de libro está dedicado a Miriam, la elegida, que escribe a Yair, el personaje... ¿Enamorado? Se escriben durante más de cuatrocientas páginas. Ambos están casados. No dicen nada malo de sus respectivas parejas(eso es diferente y me gusta). Simplemente quieren hacer volar la imaginación y escapar un poco de lo restrictivo de sus vidas. Y es que el mundo israelí, entre complejos de culpa y vida excesivamente estructurada ha dado mucha literatura de la fuga desde el citado Kafka hasta el autor que nos ocupa.Claro que no hace falta ser israelí para sentir como a veces cierta vida te atrapa y te asfixia. Y es entonces cuando los sueños o el arte, lo que más te conviene, llegan a sacarte del aburrimiento. 
Yair, el hombre de esta historia, no parece querer nada sexual con Miriam(él se lo pierde). Miriam le recrimina que a su mujer no le permite acceder a su alma y que a ella no le permite acceder a su cuerpo. De hecho, creo que las mejores páginas salen de Miriam(aunque no olvido que ambos personajes son David Grossman pero un acierto del libro es que consigue diferenciarlos bien, buen trabajo psicológico). Es pues de Miriam de dónde salen las páginas dónde parece que ocurra algo. Porque gran parte del libro se pierde en ensoñaciones estériles y vacuas de un tipo que se aburre y que cuenta sus sueños, sus ideas mínimas o su infancia(esta parte también se salva de la quema que le estoy haciendo junto a su adolescencia y el magnífico pasaje con la prostituta). Pero pienso que las palabras de los amantes deberían ser más secretas que los secretos de estado. Fuera del entorno de una pareja, lo que se dicen cuando se cortejan o cuando se aman es objetivamente ridículo. No se puede leer en frío sin sonrojarse según qué estupideces. El lenguaje del amor es más bien bufonesco por no decir infantil y requiere estar enamorado para soltarlo sin vergüenza. Y así me parecen algunos de los razonamientos pequeños de Yari que no se si ama, que si es un quiero y no puedo o que si solo quiere soñar escribiendo para entretenerse pero que no consigue atraparme con sus razonamientos. 
Este libro da para algunas reflexiones, no lo niego, los amantes se conocen mejor con estas cartas y el punto de partida sobre la escritura como válvula de escape para soportar la vida me gusta. Pero insisto, no hay sensación de avance. 
Si eres un-a romántico-a empedernido-a y no necesitas nada más puedes echarle un vistazo o leer unas páginas en algún rincón de la biblioteca antes de cogerlo en préstamo o comprarlo en la tienda(o bajarlo para el e-book). Si a los libros le pides un poco de todo tal vez debas abandonarlo. Y es que digo yo, si le escribes a una mujer con tanta pasión... ¿Por qué excluir el humor? No hablo de convertirse en un payaso todo el tiempo pero es que de tan en serio que se toma las nimiedades que dice el personaje de Yari, acaba resultando involuntariamente cómico. Y eso no es bueno.
Daniel Glattauer escribió un par de libros con punto de vista similar años más tarde. Leí el primero "Contra el viento del norte" y por lo menos me pareció más interesante, su buen ritmo narrativo te hacía olvidar lo tópico de la propuesta. A David Grossman no le va tanto la marcha. O toca una melodía que yo no sé apreciar.
Pero no me hagáis caso, la última palabra es vuestra.

domingo, 17 de marzo de 2013

Muerte en verano

Es la cuarta entrega de la saga de novelas del personaje Quirke, investigador enamoradizo, bebedor y fumador compulsivo. Es la quinta entrega de novelas firmadas con el seudónimo Benjamin Black para el escritor John Banville(actualmente hay una entrega más de este mismo año). Este seudónimo(B.Black), lo usa el escritor para distanciarse de su literatura mainstrean en contraposición a la literatura de género negro que utiliza en este libro que nos ocupa. Pero se llame como se llame el estilo, Banville siempre está ahí. Detallista, amigo de los retratos psicológicos profundos y de las reflexiones entretenidas e interesantes, de la prosa atildada, de la aventura del pensamiento por encima de la anécdota.
En la novela que me ocupa encuentro algunos detalles que respetan el canon de novela negra y sus artificios. Aproximadamente. Hay un crimen sobre el que investigar, hay una mujer fatal pero no tanto, hay un poco de sexo para el protagonista, un mucho de alcohol y tabaco, alguna escena de tortura(que aquí está fuera de plano pero la imaginación está para eso, para montar lo que no se muestra), algunas posturas amargas del personaje principal ante este mundo dónde en la superficie todo es hermoso como en un parque dónde la gente retoza en la hierba y sin embargo, en lo profundo del lago, hay peces devorando a otros, fango, oscuridad... (idea que apunto de memoria y que se le ocurre a uno de los malvados de la historia). Por todo eso y porque estamos en los años cincuenta podemos decir que esto es género negro y que eso justifica que el escritor se cambie el nombre y juegue con nosotros a ser ese otro que quiere ser. Según Banville, a su seudónimo se le ocurren más historias y más rápido que a su yo de literatura mainstrean. Yo creo que además le debe dar más dinero. Y no solo eso. No es lo mismo recrear una historia de cero e inventar un mundo de la nada que seguir con la misma historia y con un personaje al que ya conoces. El mundo de Quirke ya está trabajado en historias anteriores. Ahora sólo se trata de darle algún crimen para investigar y me imagino que poco más. Y se nota. Porque no sé si seré yo pero en esta novela le veo menos fuerza a todo el invento, como si estuviera el piloto automático puesto. La novela la leí en cuatro días que es un tempo medio para mí, ni muy rápido ni muy lento. Significa esto que me ha gustado, me ha entretenido en el buen sentido de la palabra. Pero también significa que no me he parado demasiado a observar el paisaje ni a recrearme con las frases Banville porque no me ha parecido especialmente relevante. A Quirke se le ha ido un poco el gas. O mejor dicho a Benjamín Black.
Y eso sin contar con el gran problema que le veo a un escritor que se mete en terreno ajeno. Que no lo domina tan bien como cree. No en este caso. Para mí sigue siendo Banville en sus buenos momentos y algunas críticas que he leído por la red confirman mi sospecha. Los amantes de la novela negra no serán los mejores admiradores de su investigador. Le falta acción a la historia. Y es en esto dónde se salta las leyes del género que más triunfa ahora(al menos en mi país).
Yo puedo leerlo con placer de lector no especializado en este género(creo que es el único al que me he resistido toda mi vida y ya voy entrando, por fin). Leídos otros colegas suyos de novela negra tengo que decir que si bien algunos escriben peor tienen cierta fascinación derivada de su buen ritmo o su buena capacidad para inventar historias. Y es que este libro triunfa en el estilo pero fracasa en la anécdota. No es que cuente poco, es que lo que cuenta excluye casi totalmente la acción así que tu decides. Depende del tipo de lector que seas, omnívoro o especializado en noir, te gustará más o menos. Si le das a todo, adelante.
Aunque ya puestos Banville, en caso de no haberlo leído, da mucho más juego que Benjamín Black.

domingo, 10 de marzo de 2013

Nada se opone a la noche

Aunque antes de leerlo tenía las mismas reticencias que la misma escritora antes de escribir su libro (¿Otro libro de escritor-a sobre la madre muerta?) decidí darle una oportunidad por el enorme éxito que en Francia, un gran país para la literatura, le avalaba. Y Delphine de Vigan consigue demostrarme que nunca se habrá escrito bastante sobre nada mientras haya una visión particular, inteligente y artística al respecto. Porque este libro no cuenta nada que no se haya contado antes(o sí, pero parecido) y sin embargo resulta interesante en sus casi cuatrocientas páginas de confesión literaria. ¿Por qué? Tal vez sea porque no escatima los puntos más oscuros de su familia arriesgándose a llevarse mal con ellos, porque a pesar del desorden que dice que encuentra la escritora en lo que cuenta a mí me parece una estructura perfecta y diáfana que se entiende perfectamente(y en la que no te pierdes a pesar de los personajes, acabas siendo como lector, uno más de la familia), porque no hay un ensalzamiento glorioso de la madre y vemos una balanza con lo bueno pero también con lo mucho terrible que hubo.
El esfuerzo literario de la escritora por no dejarse nada acaba aceptando que ninguna historia es realmente lo que ocurrió. Coteja historias con puntos de vista que a veces se contraponen. Cada familiar recuerda lo que puede o lo que quiere y la misma anécdota se la contaron de modos muy distintos. Ella decide que al final te tienes que quedar con una historia, la tuya, la que aceptas y te va bien y eso es lo que nos narra en esta novela tan actual, tan poco novela. Como los ejercicios autobiográficos de sus compatriotas Carrère o Beigbeder, la escritora elige como tema para la novela lo que mejor conoce, su propia historia o una que le es cercana, la de una madre con graves problemas mentales pero también con sus heroicos triunfos incluso en mitad de la enfermedad. En ningún momento es aleccionadora. Sólo cuenta y nos muestra sus dolores y sus complicaciones mientras escribe pero no busca un juicio positivo o negativo. Ni siquiera cuando habla del abuelo que en otras manos menos sensibles o inteligentes degeneraría en novela panfletaria contra... Bueno, mejor no decirlo por si alguien no sabe qué es lo que ocurre con ese inteligente y simpático pero también siniestro abuelo George.
Toda la novela me ha recordado o me ha hecho reflexionar que es muy relativo lo de la oveja negra. Que en cada clan hay más bien unas cuantas ovejas de ese tono y otras que esconden su diferencia y en general que nadie está libre de no ser normal porque la normalidad es relativa.
¿Se habrá liberado la autora de sus fantasmas personales escribiendo esta terapéutica novela? No lo sé. Sí se que la novela me ha brindado unas cuantas horas de agradable lectura. No todo son obras maestras pero entre clásico y clásico, son estas las historias que apetece leer.

lunes, 4 de marzo de 2013

Hombre lento

Este es un justo premio Nobel. El escritor, digo, no la novela en particular de la que desconozco sus premios. J.M. Coetzee escribe bien y tiene todo tipo de argucias estilísticas para que no salgas de sus novelas pensando que has leído el redactado de un hecho más o menos interesante y ya está. En J. M. Coetzee siempre hay niveles. Por más que pienses que ya lo sabes todo. En esta novela entramos creyendo que es algo sobre la vejez cuando el personaje principal, un señor de unos sesenta años es atropellado por un coche y pierde una pierna. O cuando este se enamora "aproximadamente" de su cuidadora, una señora casada y con hijos, veinte años más joven. Lo de aproximado lo digo porque Paul, el personaje, no es demasiado apasionado:

"En resumen, no es un hombre apasionado. No está seguro de que le haya gustado nunca la pasión ni haberla aprobado. La pasión: un territorio extranjero; una aflicción cómica pero inevitable como las paperas, que uno espera pasar mientras todavía es joven en una de sus variedades más leves y menos destructivas, para no cogerla más tarde y de forma más grave. Perros presa de la pasión apareándose, con muecas desdichadas en la cara y las lenguas colgando".

Pero hay un momento en que leyéndole te sientes asfixiado por la casa y el semi-encierro de ese hombre que se siente mayor de lo que es. Y es entonces cuando aparece Elisabeth Costello, una mujer que lo sabe todo de él y que viene de "okupa" a su casa. Pronto entenderemos que la novela puede entenderse así, literalmente, como un personaje extraño y casi mágico encarnado por una Elisabeth que quiere escribir un libro sobre Paul o... entender que Elisabeth es el personaje travestido que usa el autor para meterse en la novela. Elisabeth es Coetzee. Un personaje no demasiado querido por el personaje principal de la narración que no quiere que se inmiscuyan en su vida y que recuerda esas luchas del escritor contra su propia obra que a veces se le va de las manos. Y en mitad de todo eso volvemos a los temas habituales de Coetzee que como en "Verano" plantea las dudas de un hombre mayor que aún desea o ama el cuerpo de una joven.

"Y aprendí una lección de ello: que el amor no necesita ser recíproco, siempre y cuando haya suficiente amor en la habitación. Aquella chica tenía suficiente amor para los dos... ¿Sabía usted eso? Si se ama con la bastante intensidad, no es necesario ser correspondido."

Pero Paul habla de una anécdota pasada. Ahora el enamorado es él. Por eso sigue creyendo que el amor no tiene por qué ser recíproco y ayuda a su asistenta aunque esta no le demuestre esa reciprocidad. Le basta con amarla y sólo por eso cree que esa relación existe. Aunque Elisabeth, la mujer que escribe sobre él, no haga más que poner en duda todo lo que él desea o cree que desea.
Vejez, amor, deseo, pasión, ficción contra realidad... Todo y más en este y en cualquier libro de un Coetzee que nunca escribe sin ir más allá de lo que ves.

martes, 12 de febrero de 2013

Con lo puesto

Alan Bennet es actor, escritor de obras de teatro, guiones de cine y de pequeñas novelas(en tamaño) como esta. Se le ve lo inglés por el sentido del humor sutil e irónico. Es querido por los suyos y por los de fuera. Tal vez por eso no puedo ponerle muchos peros a este libro salvo lo del tamaño que me ha llevado a leerlo esta mañana, en un rato, antes de comer. Un rato agradable y tranquilo mientras este pequeño libro de signatura N Ben en la biblioteca me hacía reflexionar más allá de la anécdota del matrimonio que regresa de la ópera y se encuentra su casa desvalijada escrupulosamente(no han dejado ni el papel higiénico). Todo esto llevará a una serie de circunstancias con giro final tan inesperado que incluso avisando no creo que nadie lo pueda deducir y a un aprendizaje de los personajes, una evolución(al menos por parte de alguno de ellos). En la contracubierta lo dice, es un relato corto publicado en un volumen, en su solitario esplendor. Bien, creo que sería más aprovechado hacer un volumen con cuatro novelitas de Bennet pero supongo que eso no reportaría tantos beneficios. Aún así no se dejen desencantar por la brevedad. A veces menos es más. Y este escritor dice lo justo y lo necesario. Como breve seré yo. Bennet siempre es interesante.

lunes, 11 de febrero de 2013

Radio Ciudad Perdida

Es curioso, un libro escrito por un peruano traducido del inglés. Pero es que Daniel Alarcón vive desde los tres años en Norteamérica. Y se entiende y se aprecia leyendo sus frases cortas y secas cual Hemingway andino.
La historia sobre un niño que llega a una emisora dónde su locutora estrella lo acoge en su hogar, es también una historia de guerra o de post-guerra. De lo que sucede cuando la gente desaparece y deja vacíos y como le ocurre a la locutora, que "echaba de menos la persona que era" junto a su desaparecido compañero. La novela nos va mostrando en progresivo ascenso de la narración en círculos(muy típico en la narrativa contemporánea) fragmentos de la historia. Recurre al flashback frecuentemente hasta el punto que un simple despiste del lector puede llevarle de una historia del presente al pasado sin casi percibirlo. Pero el libro está perfectamente estructurado y no es fácil perderse. La prosa es limpia y poco complicada. Se avanza rápidamente por sus páginas gracias al buen ritmo de las oraciones.
Yo saqué el libro de los estantes de la biblioteca porque había leído buenas críticas. Lo tuve entre mis rodillas y leí dos largos capítulos para ver si merecía la pena tomarlo en préstamo. Nada menos que la revista Granta lo situaba entre los veinte mejores autores de su generación. Pero esos dos capítulos leídos en mi regazo no me acababan de hacer ver el escritor que era. Y pese a todo le dí una oportunidad. Y el libro va mejorando. Al menos le debo conceder que hay un perfecto crescendo. Va de menos a más. O al menos esa es la sensación que me queda. Pero está cargado de pegas para mi gusto. Y es que no consigo empatizar con sus personajes durante buena parte del libro. Su guerra es de mentira, ya lo dice Alarcón en una entrevista, es "para exagerar" y entender mejor una guerra. Pero de exageración nada. La realidad es más brutal que el paseo como de puntillas por el horror que hace Daniel Alarcón. Muchos le agradecerán que sea sutil y desde luego no se le puede reprochar pero lo cierto es que no encuentro nada que en manos de Vargas Llosa o García Márquez con el que se le compara no quede en evidencia. Está muy por debajo de estos titanes. Tiempo tiene de ir a más pero de momento el libro me deja la sensación de "todo correcto ¿y?". Todas las historias que hilvana forman un todo matemático que usando la tópica imagen, es como una maquinaria de relojeria. Pero agotada la pirotecnia de la sabiduria de escritor tengo que decir que a esta novela le falta el alma. Leí una crítica por la red que decía que era todo como de "plató de televisión" y no puedo estar más de acuerdo. Es como un cuento de horror edulcorado para niños, como echarle sacarina a la leche desnatada, como un filete de buena carne a la plancha y sin condimentos...
Si es un libro para el recuerdo no será para el de este bibliotecario que os lo comenta.

sábado, 9 de febrero de 2013

La amante de Bolzano

Sándor Márai escribió este libro unos tres años antes de "La mujer justa"(probablemente esta última su obra maestra). Pero la estructura de este libro ya venía anunciada por "La amante de Bolzano". En realidad por casi cualquiera de sus libros salvo los de memorias que aún tengo esperándome en algún lugar de esta infinita biblioteca. Y es que este escritor húngaro escribió siempre la misma novela. Y lo que sería una mala crítica en casi cualquiera no lo es del todo aquí. Porque Márai nunca aburre aún usando el mismo argumento una vez sí, otra también. Cais siempre hay un trío. A veces "un hombre que ama y otro que es amado" y una mujer en el centro de esas pasiones. Casi siempre nos muestra los tres puntos de vista. Casi siempre vemos que los tres puntos de vista hablan y razonan y piensan como el autor, a través de larguísimos y minuciosos monólogos que giran sobre la misma tesis y que van aportando pequeñas pistas sobre la historia con las que deduciremos los hechos pero nunca los veremos del todo. Un estilo de literatura de lo obsesivo que me recuerda al posterior Javier Marías en España o al austríaco Thomas Bernhardt si bien los temas de cada uno de estos autores son otros.
Aquí el personaje es Casanova. Se enfrenta a una antigua amante que bien podría ser la horma de su seductor zapato y al marido de esta. Y con argumento tan sencillo iremos aprendiendo sobre el amor, sobre la pasión, los celos, las venganza, el odio... Lo de siempre pero narrado con tanta fuerza y tanta convicción que a duras penas yo, que tanto he leído, pude abandonar el libro. Como siempre, sé cuando abriré la novela pero no cuando la cerraré porque su estilo es hipnótico. Te aturde poetizando y reflexionando a la vez sobre los sentimientos más profundos del alma y aunque sea más de lo mismo si le has leído antes no te importa que así sea. Cada pocos párrrafos me veo obligado a subrayar. Aunque sus tesis nunca sean nuevas:

"Eso es lo maravilloso de las mujeres:son capaces de llevar a cabo verdaderas hazañas cuando aman a alguien".

¿Alguna pega? Pues ninguna a nivel técnico. Otra cosa es que me convenza lo mucho que Márai le exigía a sus personajes. Y es que la voz sumisa al principio de esa Francesca que se le declara a Casanova es excesiva como ya lo era la loa a la amistad de "El último encuentro", perfectos catálogos de cosas que le pedimos al amor o a la amistad o a cualquier pasión pero absolutamente exageradas y difíciles de llevar a cabo por nadie. Duro que nadie ame como sus personajes. Y si lo hacen debe ser más por una afección mental que por motivos dignos de aplauso.
Pero no importa porque la suspensión de credulidad está asegurada si te dejas envolver por ese desgranar de lirismo, por ese modo de exprimir la teoría hasta las últimas consecuencias.
Sándor Márai es uno de los mejores científicos que ha dado el estudio del alma humana (o de sus pasiones). Creo que casi cualquiera de sus libros es altamente recomendable. Difícilmente se les puede admirar como menos que maravillas de la literatura.

martes, 5 de febrero de 2013

Relatos completos

Un autor del romanticismo alemán que se ganó su puesto en la literatura mundial muchos años después de su muerte. Y es que a Heinrich von Kleist le debió hacer bastante daño que un titán de las letras germanas como Goethe lo fulminase con sus críticas despectivas. Y a pesar de los valores que se le han descubierto años después a von Kleist me decanto más del lado de Goethe que de sus muchos seguidores. Porque leyendo esta colección de relatos descubro virtudes y defectos por igual pero son sus defectos los que me retiran del placer de la literatura más de lo que me acercan sus virtudes. Por supuesto es esta una opinión muy subjetiva. Nada he leído del von Kleist dramaturgo pero en esta colección de cuentos de Acantilado del año 2011 encuentro romanticismo en el sentido más exagerado y exasperante de la palabra. Demasiadas cartas mojadas de lágrimas, demasiados desmayos masculinos o femeninos, demasiados milagros del lado de los católicos(aunque tanto me da un lado que el otro, no me creo nada), demasiados buenos buenísimos y malos malvadísimos, demasiados demasiados cargados de eso, de Romanticismo exacerbado. Así que todo aquel que disfrute de ese momento de la literatura a principios del XIX tiene aquí el non plus ultra de las pasiones cargando las tintas y hasta cargándose a algunos de esos personajes. El que quiera algo más tranquilo se puede ir a parajes más intelectuales como los del citado Goethe. Y no por ello dejo de entender y apreciar un ritmo narrativo vertiginoso que en algunos momentos me ha parecido precursor de muchas novelas modernas. Porque si bien los dados a poner fechas y adjudicar etiquetas dicen que Poe inventó el género negro yo veo en estas páginas mucho de eso antes que el gran autor americano lo ensayase. Intrigas, gente buena que se vuelve malvada(esto sí me hace descubrir el sombrero que no tengo ante el autor) y una sucesión de eventos que hacen que ni una sola página suponga un descanso. A veces creo que estoy asistiendo al final de una historia y no he hecho más que comenzarla tal es el grado de situaciones que aporta Kleist. Sus personajes no paran quietos y los giros de las historias son frecuentes. Son las resoluciones ingenuas, milagrosas o cargadas de emotividad las que me dejan de algún modo insatisfecho. Hay autores que han envejecido mejor. Y también me hace ser suspicaz y pensar que tal vez su fama posterior también se deba a ese morbo que generan los artistas que murieron en la cumbre de su talento por mano propia. Muchos suicidas han hecho más por su carrera artística que todo lo que han creado. Y esto, pienso mientras miro los cientos de libros en las estanterias de la biblioteca que nunca tendré tiempo de leer al completo, no es bueno para el arte.
En cualquier caso y como siempre digo, no me hagan caso y juzguen por sí mismos. Este libro tiene sus lectores.

martes, 29 de enero de 2013

Si te gustó la escuela, te encantará el trabajo

Un libro de cuentos de Irvine Welsh. Para el que leyera su "Acid House" no habrá nada nuevo y aún verá que aquí se ha quedado algo de la frescura de aquel libro por el camino. Las fantasías del escocés no son especialmente originales y suenan a "ya he leído esto antes". O lo he visto en alguna comedia casposa a lo Farrelly (incluso mejor en dichas comedias). Y es una pena porque admito haberme reído culpablemente con la barbaridad de cuento con la que se inaugura el libro, "Serpientes de cascabel" y en la que hay una escena de equívocos que funciona perfectamente. Pero luego también admito ir sintiendo cómo se me deshinchaba el interés mientras los personajes que inevitablemente rozan la tara mental van apareciendo simétricos, parecidos, como hijos todos de un mismo padre(y de hecho lo son, lo son de Welsh pero estaría bien que se les notase menos y que no parecieran gemelos) . Aún así hay aciertos esporádicos que si bien no justifican otro tomo de estas características(regresamos a sus tácitas cuatrocientas páginas) vuelven a recuperar algo del viejo Welsh que nos hacía reír con la fuerza de sus boutades. Es al final dónde tenemos un cuento que más parece una novela corta "El reino de Fife" donde el autor parece anunciar la seriedad de su futura novela, "Crimen" y quiere decirnos algo más. No sé muy bien que es eso que quiere decirnos pero empiezo a ver personajes con más relieve, menos caricaturescos y más trabajados. Eso no evita que todo ese tramo de libro exija un recorte, unas elipsis que no llegan como si el escritor cobrase por palabras y no por novela. El cuento parece estar en la pista de despegue y no llegar a coger vuelo. Como casi todos los otros cuentos de la recopilación. Este es un libro de intentos fallidos. Y sin embargo lo encuentro en las estanterías de todas las bibliotecas buscando su lector. Imagino que los tendrá. Y más agradecidos que yo.   

Crimen

Tengo que confesar que a Irvine Welsh lo saco de la biblioteca cuando me quedan quince minutos para cerrar, me entra el terror de no tener nada que leer y rascando en el fondo del barril recuerdo que este hombre siempre tiene alguna novela que no he leído. Y que mejor eso que irme con las manos vacías. Este año ha sido especialmente dramático ya que he leído dos libros suyos pero ahora estoy con "Crime"(y que me perdonen los muchos seguidores que me consta que tiene). No digo que sea un mal escritor. Sólo digo que no es un genio y que hasta la fecha siempre lo leía por echarme un par de risas o tres por libro(escasas expectativas por lo que veis) y por no recurrir a la televisión que siempre será peor que el peor de los libros. Este señor fue el que escribió "Trainspoting" y me hizo disfrutar hace más años de los aconsejables para criticar su obra mas conocida. Es un escritor que se mueve muy bien entre la jerga de drogadictos y delincuentes, entre las historias de perdedores de arrabal escocés(aunque debe haber viajado a América ya que encuentro cada vez más referencias en sus novelas a Estados Unidos), entre escenas desagradables pero vistas desde, ya lo he comentado, el sentido del humor. Un sentido del humor grueso y alejado de la ironía más sutil en muchos casos de sus vecinos ingleses(en realidad ingleses son todos mientras no lo decidan las urnas y Escocia se independice algo que tal vez no ocurra nunca, si bien encuentro grandes diferencias entre sus literaturas).
En esta novela sin embargo Irvine Welsh se ha esforzado lo suficiente como para subir un escalón en lo que se esperaba de él. No es más de lo mismo. Y por suerte tampoco menos. Welsh se documenta sobre las redes de pederastas y consulta y lee por los canales más oficiales(y evita Internet por miedo a que le confundan con uno de esos  pederastas a los que quiere retratar) y nos brinda una historia policíaca con tintes de Road Movie(ese largo paseo por una Florida particular que sólo podía surgir de su mente escocesa), con algo de aventura y de acción pero por encima de todo de redención. El personaje principal, uno de los secundarios de sus novelas(Irvine Welsh tiene un universo literario en el que todos sus personajes se comunican y en el que cualquier secundario puede acabar como personaje principal), es un policía de vacaciones a punto de contraer matrimonio con Trudi. Sus fantasmas personales no le dejan vivir. Sufrió un episodio de pederastia en su infancia que le dejó marcado y ahora es un policía en lucha contra su pasado. En una parte de la novela dice que se define más por sus fracasos que por sus aciertos. Esto le aporta una ternura al personaje y una profundidad que rara vez he visto por las páginas del señor Irvine Welsh. La relación que mantiene con una niña a la que trata de salvar de unos pederastas es menos obvia y edulcorada de lo que otros autores hubiesen hecho con este material y ese es otro punto positivo a favor del escritor. El lado negativo es que si lees la contracubierta y lees la sinopsis tienes todo lo que ocurre en la novela hasta la página doscientos más o menos. Siempre he creído que las cuatrocientas páginas que Irvine Welsh le dedica a sus libros son más de lo que necesitan todos sus libros. Incluso cuando escribe cuentos y algunos le salen muy largos. Pero eso sí, llega un momento en el que conoces al personaje tan bien como si fuera uno de tus amigos y Ray Lennox va evolucionando junto al lector a lo largo de la historia.
No sé si "Crimen" es lo mejor de este autor. Sólo sé que es algo nuevo y un buen intento no perfecto para escribir sobre algo que no sea lo de siempre. Y le respeto mucho por esto.       

miércoles, 23 de enero de 2013

Siempre tuyo

A Daniel Glattauer ya le conocía de "Contra el viento del norte" una novela no demasiado ambiciosa que precisamente por eso, resultaba entretenida (aunque no especialmente relevante). Recuerdo que al menos estaba bien escrita y el ritmo no decaía. De la continuación que dicen que fue forzada por el éxito me desentendí. Pero de pronto me encontré en la biblioteca con esta novela dónde apenas vemos a una mujer subiendo por una escalera en penumbra y con un fondo azul. Como vi que el escritor quería cambiar de registro le dí una nueva oportunidad. Leyendo el libro veremos que esa mujer sube la escalera con aprensión. Prácticamente la misma que me va cogiendo a mí a medida que avanzo desde una historia de amor al uso a una historia de media tarde de Sábado o Domingo en televisión. Una historia de giros forzados, personajes poco creíbles y tonterías varias. Y es una pena porque me parecía interesante el principio costumbrista de cómo Judith conoce a Hannes y cómo este tipo tan simpático se van metiendo en su vida a base de sonrisas y de ser una pareja tan modélica que muchas mujeres se querrían comprar uno igual inmediatamente. Pero luego todo empieza a torcerse y aquí es dónde no puedo seguir para no pisotear al ocioso lector de este blog que a pesar de mis advertencias quiera leer esta novelita.
Esta historia no me la creo. Ese es el problema. El estilo es el de siempre. Frases cortas y bien medidas y capítulos que apenas darían para el post de un blog, todo muy ágil y vendible y comercial(no siempre comercial ha de ser sinónimo de malo). Pero no es cuestión de estilo. No esta vez. Es la historia la que no sólo me resulta poco verosímil. Es que la originalidad reina por su ausencia. Esta historia parte de un motivo trillado como es el de hombre simpático que esconde sombras y acosos varios y a partir de ahí, cuando íbamos bien porque nos entretenía el día a día de esta pareja y yo admito que no podía dejar de pasar páginas intrigado por la historia, se convierte en thriller barato de los de te veo venir de lejos y no me gusta. Y no. El final no es tan previsible. Para nada lo es. Aún te encuentras otro giro de "ah, era eso" pero es que cuando lo descubres te llega la carcajada y piensas que eso no se lo cree ni el que lo ha escrito. Que simplemente el tipo ha dicho voy a coger algo que no espera nadie porque eso es lo que se espera de este género, la sorpresita final. A mí lo que me queda es que si un autor que no era mi preferido perpetra una novela tan risible no me quedan más ganas de regresar a sus mundos. No veo ese tipo de cine así que mucho menos ese tipo de novela que ocupa más tiempo.  
"Siempre tuyo" es novela de aeropuertos. 

El rey pálido

David Foster Wallace no es como para recomendar a todo el mundo. Este escritor escribía novelas desde una inteligencia privilegiada, muy privilegiada pero que no entendía que no todo el mundo estuviera a su nivel. Y eso es positivo. De un libro-reto también puedes salir mejor de lo que entraste. Y en el caso de Foster Wallace nunca saldrás sin premio. Por supuesto leerle exige un gran peaje, la resignación a montones de páginas de datos que tal vez sólo le interesaban a él pero que de pronto, cuando más aturdido te tiene por su minuciosidad obsesiva, te despeja introduciendo el humor y despertándote con una carcajada. Porque eso no se lo puede negar nadie, sabía hacer reír. Era original. Escribía diferente. Tenía una voz tan única y una lucidez tan enorme que su muerte no hace más que aquellos que lo admiramos como yo no podamos leer este libro sin otra sensación que la de la tristeza de saber que para nosotros no habrá más inéditos (es un decir, ahora están editando apócrifos suyos de juventud, veremos su calidad). En este libro inacabado porque en un momento del año 2008 decidió colgarse del garaje de su casa y dejar que su mujer se encontrase la tragedia y el horror(los suicidas no son precisamente generosos sino más bien egoístas y van a lo suyo), el escritor nos quiso explicar el aburrimiento y decirnos que aquel que consigue superarlo tiene la llave de la felicidad asegurada. La tesis es objetable y nunca veremos en qué pudo quedar pero yo encuentro que la novela, tratándose de quién se trata y si nadie me hubiese dicho que estaba inacabada, me hubiese parecido el típico producto de Foster Wallace extraño y vanguardista pero fascinante. Porque en sus historias nunca pasaba nada. Recuerdo un cuento suyo con un señor sentado en una hamaca leyendo y no pasaba nada más que eso. Y sin embargo resultaba divertido. Pues con esta novela más de lo mismo. Personajes que estudian para entrar en la administración y en un monstruo de burocracia que requiere seres inadaptados(pero que se adaptarán mejor al aburrimiento que les espera), acomplejados, raros, aparentemente rozando los problemas mentales. Personas con peculiaridades que en algunos casos llegan a lo imposible como ese empleado que conoce los datos más irrelevantes del mundo como el peso exacto de tal persona en cierta parte del mundo o la cantidad exacta de sarro en la boca de otra, el bebe siniestro con cara de ballena, el hombre que suda porque le aterra sudar, el mismo Foster Wallace que al igual que otro gran freak de la literatura reciente(Houellebecq) decide convertirse en personaje de ficción de su propia novela. Largos pasajes intercalados con otros más ligeros dónde Wallace supera al mismo Proust en desgranar la realidad hasta el punto de que da la sensación de que no se deja nada por decir. El viaje en autobús hasta el centro administrativo son más de cincuenta páginas de apretadísima letra sin el respiro del diálogo dónde sólo hay un personaje, una carretera y coches y pensamientos que pivotan sobre este hecho y poco más. No puede ser para todos los gustos. Si te cuesta resignarte a dos páginas de datos que no te importan de cualquier otro autor no quiero pensar lo que ocurrirá con este. Tengo un amigo que me odió por recomendarle uno de sus libros más ligeros(cuentos). "El rey pálido" es una novela tan fascinante como casi todo lo que escribió este gran autor pero es una novela que te dejará exhausto si no conoces el terreno. Tú decides.  

La vida en sordina

Es el segundo libro que leo de este autor. El primero fue "Intercambios" que me dejó tan buen sabor de neuronas que decidí probar de nuevo. Y sigo sin arrepentirme. La literatura inglesa está constelada de estrellas. Una larga tradición literaria avalada por Shakespeare ya es como para decir que es una literatura que se defiende sola. En cualquier caso nunca me enfrento a un libro con un cien por cien de garantías de que voy a disfrutarlo. Un prejuicio positivo no suele ser mejor que uno negativo. Sea como sea este libro me ha dado lo que fui a pedirle y puede que algo más. Si tuviera que definirlo en una palabra sería inteligente. David Lodge sigue sin perder su voz irónica, detallista, sensible en el mejor sentido de la palabra, empática con los personajes, tremendamente verosímil en el trazo de sus psicologías, no menos creíble en su historia. Esta novela sobre un profesor que se ve en algún que otro problema por culpa de una jovencita algo desquiciada y liante no es realmente sobre eso y el que espere que la novela vaya por aquí se decepcionará. Esta historia es más sobre la vejez, la sordera, sobre la familia, contra la Navidad(no estoy de acuerdo pero me divierten sus reflexiones al respecto), sobre el día a día de la vida burguesa y sus problemas, sobre pareja y sexo(pero menos), sobre costumbrismo británico que no dista tanto de cualquier otro costumbrismo en una sociedad actual. Pero por encima de todo sobre la sordera y la vejez. Y si no te interesan estos temas no importa demasiado porque David Lodge los vuelve atractivos pasándoles un poco de maquillaje de ironía y otro poco de inteligencia. A mí me ha interesado especialmente el ambiente inicial de la novela con la preparación de una historia con esa joven desquiciada que luego, tal vez, decepcione un poco pero que mientras dura te mantiene atento a todos los entresijos de la historia. Y la decepción ni siquiera es justificada. No quiero avanzar lo que ocurre pero estoy seguro de que en la vida real sería más o menos como en la historia. Y aunque Lodge nos garantiza que sólo se ha basado algo en su sordera y en la de su padre para escribir esta vida en sordina, como nos lo dice en una nota hacia el final del libro, no pude sacudirme en todo el libro la sensación de que asistía a un palco de honor con la vida del autor como espectáculo. No le puedo lanzar mayor elogio. Me he "creído" todo lo que me ha contado.
"La vida en sordina" es un libro del año 2010. En esa cosecha no aparece especialmente destacado. Pero no descuido que la la literatura esta llena de genialidades que sólo tuvieron sus espacio en los márgenes.