Hace un par de años leí Una reina en el estrado de Hilary
Mantel. A esa novela la avalaba un Man Booker Prize, el segundo que recibía su
autora estableciendo un récord (única mujer en recibir dos veces este premio,
el primero lo tuvo por En la corte del
lobo, primera parte de Una reina en
el estrado). Ambas novelas son parte de una trilogía todavía inacabada
sobre la vida de Thomas Cromwell, ministro al servicio de Enrique VIII. Estos
dos premios sirvieron para que en España no solo conociéramos a Hilary Mantel
sino para que comenzasen a ponerse con su obra anterior y editarla más.
Esta novela que nos
ocupa hoy tiene copyright del 95 así que es anterior a sus exitosas novelas
históricas. También he visto que por las bibliotecas cercanas a mi casa hay
alguna recopilación suya de cuentos El asesinato de Margaret Thatcher. Todo
esto demuestra que nunca hay que hacer el chulo o la chula e ir despreciando
premios. Estos pueden tener sus intereses ocultos pero desde luego ayudan a la
carrera de los escritores. Hilary Mantel era una gran escritora antes de los
premios. Ahora sabemos que lo era gracias a estos. Y lo sabemos porque la
publican. Y la publican porque la premiaron. Al menos en esta península que es
dónde a mí me interesa por motivos obvios.
En esta novela de hoy cambiamos de
escenario. Nos cuenta la relación de dos amigas. Una hija de un matrimonio
católico-irlandés. La otra inmigrante polaca(sabemos que su madre estuvo en un
vagón e intuimos que de los campos de concentración nazis pero no se cita el
episodio, ni siquiera es necesario). La amiga católico-irlandesa, desde una
nada casual primera persona del singular nos cuenta sus vivencias en una
universidad de Londres a la vez que hace continuos flash-backs al pasado, a su
niñez. De ese modo entendemos mejor esta relación en la que hay más discusiones
que otra cosa. Yo llego a pensar que son amigas porque eran vecinas pero en
otra situación serían enemigas. La narradora tiene problemas alimenticios y
digamos que se nutre poco. La palabra anorexia no aparece pero es que esa
primera persona desde la que nos habla acota la percepción del problema.
Nosotros podemos darnos cuenta pero ella mantiene la narración de una joven de dieciocho
años que parece comer bastante poco mientras que su amiga engorda y engorda.
Bueno, la palabra anorexia aparece solo así, una vez:
Pero no quisiera que pensarais que esta es una historia sobre la
anorexia, ya se han escrito demasiadas. pag.90
La diferencia entre los cuerpos de la
narradora y su amiga se va haciendo mayor a medida que pasa el tiempo. Pero
también la diferencia entre ellas. La universidad las va separando a todos los
niveles.
Con un estilo de narración muy
directo se nos cuenta la vida en sus colegios y universidades de señoritas
donde las monjas diseñaban mujeres a su manera. Para ser criadoras de hijos y
todo eso. Leyéndolo recordé el recientemente libro que leí de Edna O’Brien. Y
no es nada casual:
-
Estaría bien ir por ahí hablando como
si fuéramos personajes de Edna O’Brien. Va con nosotras.
La novela deja pasar muchos capítulos
en algo que hace sospechar mucho que Hilary Mantel sea muy parecida a su
personaje. Incluso estudia derecho como lo hizo la autora. Tal vez
esta novela con mucha menos ambición que sus posteriores novelas históricas le
deba mucho a su biografía pero aún así no es mero diario personal. Nunca hay
que escarbar mucho con eso. La novela tiene entidad por sí misma, como obra de ficción. Porque la
intrascendencia de sus primeros compases ya tiene un camino marcado. Solo al
final entenderemos que la autora nos estaba escondiendo su último truco final y
este nos hará entender que no se trataba de una novela costumbrista ni habla
sobre viejas batallitas de la autora. Sobre el título no acabo de verlo por más
que la traducción sea la adecuada An
experiment of love. Pero vamos, que no voy a preocuparme por cómo se titule
una novela si esta me ha gustado. A lo mejor es que si cuela y alguien se cree
que es una historia de amor venda más. Porque amor aquí hay, sí. Y algo de
sexo, muy sutil, pero también. En cualquier caso no hay lo suficiente como
para decir que esto trate sobre el amor o su experimento. Y sobre lo que
sienten estas dos amigas… Mejor no doy más claves.
Aunque al principio pensé que la
escritora de algo tan maravilloso como Una
reina en el estrado me decepcionaría, terminé felizmente la novela sabiendo
que su versatilidad podía ya con todo. Pienso leerme todo lo que pueda de
Hilary Mantel. Una escritora elegante, sutil, irónica, inteligente. Una
escritora que sabe lo que quiere contar y lo hace sin excesos ni retórica vana.
Su fuerte es la construcción de personajes pero también la reconstrucción
histórica (esta novela no es tan contemporánea después de todo, calculo que
habla de los setenta del siglo pasado). Ya solo queda un año (o menos) para que
acabe su trilogía. Y será maravillosa. Y de momento, ahí está Destino
desempolvando su bibliografía. Muchas gracias.
Tal vez debería lamentar haber echado a perder esos años de juventud,
compadecerme de mí misma por haberme divertido tan poco. Pero el carpe diem es
un sentimiento vacío, ahora que la vida dura tanto tiempo. Pag. 175