martes, 14 de febrero de 2017

Huye rápido, vete lejos



Fred Vargas en realidad se llama  Frédérique Audoin-Rouzeau. Lo de Vargas le viene de un personaje de “La condesa descalza” interpretado por Ava Gardner, María Vargas. Tendré que volver a ver esa película. Apenas la recuerdo. La hermana de esta escritora que es pintora también usa lo de Vargas. Me hubiese gustado ver la cara de esas dos chicas cuando pasaron la película. Las marcó de por vida.
Pero ya entrando en “Huye rápido, vete lejos”, dudo que la novela le deba mucho a la película mencionada. Las deudas contraídas por Fred Vargas como novelista son evidentemente con el género negro y muy particularmente con su trabajo como arqueóloga. En esta novela salen medievalistas consultados por la policía para averiguar qué está ocurriendo en Francia con ciertos miedos apocalípticos que alguien está sembrando. La misma escritora escribió un ensayo sobre la peste. En la ficción no nos va a dar la brasa con sus conocimientos sobre el tema pero sí veremos varios datos bien situados sobre el asunto que ayudarán a resolver el caso. O por lo menos a sentir que además de estar leyendo una novela de género aprendemos algo.
Porque esto no es novela mainstream de las que suelo sacar por aquí. Esto es novela de éxito y con muchas ventas y éxito en diversos países. Pero como había oído que Vargas se trabajaba bien el asunto de los personajes pues decidí darme un paseo por su mundo. Es higiene mental lo de entrar de vez en cuando a leer novela de género. Y si tienes suerte hasta te encuentras con algo que valga la pena y se salga de la media.
Yo de esta novela salgo más bien satisfecho. Tenía el listón muy bajo, debo decir. Durante las primeras páginas la escritora me presenta a los personajes y lo hace magistralmente, no son los arquetipos a los que nos tiene acostumbrado el género pero… no avanzaba la historia. O eso parecía. Se nos cuenta que en París el comisario Adamsberg (el personaje pertenece a una de sus series abiertas así que sale en otras novelas de la autora) investiga la aparición de unos cuatros en las puertas de ciertos edificios. También nos presenta a un marinero bretón que hace curiosos pregones en una taberna dónde sus mensajes pasan desde el estado de la mar hasta las recetas de cocina o los avisos de cierto asesino sobre sus futuros planes… La historia entrelazará estos asuntos en apariencia dispares y a partir del aproximado montón de páginas que he comentado, la narración coge ritmo y empieza a resultar más que entretenida.
Me cuesta entrar en un detective que se guía por instintos que rozan lo sobrenatural. No me lo creo. No me creo otros asuntos exagerados que van surgiendo por aquí y por allí pero lo cierto es que desde la página cien hasta el final (sobre la cuatrocientos o así), la novela no me aburre en ningún momento. Y sí me hace creer en su puñado de personajes. Variados. Necesarios o no tan necesarios para la historia pero reconocibles y trabajados sin aparente esfuerzo. También le compro el misterio en el que lo envuelve todo y el interés que mantiene. Y por último le agradezco sus breves pero interesantes lecciones sobre la Edad Media. Esto podría acercarla al estilo de Dan Brown pero afortunadamente la historia de Fred Vargas huele menos a fórmula repetitiva para hacer película y no hay hechos estúpidos donde un profesor de historia corre como un héroe de acción por aquí y por allí. Adamsberg, intuiciones aparte, es bastante más humano y algo más verosímil.

No seré el mayor admirador de Fred Vargas pero al menos entiendo un poco mejor su éxito. Y desde luego está un escalón por encima de muchos-as de sus competidores directos-as en la novela negra.           

lunes, 6 de febrero de 2017

Neverhome (Ella era más fuerte)




Este libro de Blackie Books me redime de aquel “Lolito” infame de la misma editorial que reseñé por aquí. En realidad redime a la editorial. O lo hace a mis ojos. Porque ya nos estábamos llevando mal. A pesar de que cierto excompañero de biblioteca siempre me la recomienda y asegura que “todo lo que publican es muy bueno”.
Así que acepté una de sus últimas sugerencias. Me dijo que Laird Hunt era muy bueno aunque él solo había leído su anterior novela La benévola (Blackie books,2013). Y que desgraciadamente no la tenían en ese momento. Buena señal, eso es que la seguían pidiendo prestada. Es un libro con muchos pretendientes a pesar de no ser un título comercial. Pero vayamos a este que nos ocupa.
Neverhome (ella era más fuerte) nos cuenta la historia de Ash Thompson, la historia de una soldado que en la guerra que enfrentó al Norte contra el Sur en los Estados Unidos se alinea a favor de los norteños contra los esclavistas. Ella en realidad se llama Constance y es una de esas mujeres que a lo largo de la Historia han conseguido sus derechos a base de hurtarlos, de agenciárselos de tapadillo disfrazándose de hombres. El travestismo como truco feminista.
Por lo que leo en la contraportada hay censadas 400 mujeres que se confundieron en el paisaje masculino de aquella guerra y fueron al frente para disfrutar de los maravillosos olores, piojos, hambruna, amputaciones, vísceras al aire y cráneos reventados de la guerra. Yo siempre he estado a favor de que las mujeres tengan la igualdad absoluta. Compartirlo todo con ellas. En lo bueno y en lo malo. Y el marido de esta señora piensa como yo porque mientras ella prefiere irse a la guerra su marido se queda de amo de casa escondido en su granja, en ocasiones expuesto a las humillaciones de algunos habitantes del pueblo. Pero a salvo de otras penalidades de la guerra.
Algún comentarista dice que aquí se genera una controversia. Esa que nos hace preguntarnos ¿Debe el feminismo orientarse hacia mujeres que hacen lo mismo que los hombres o por el contrario conseguir todos los derechos pero mantenerse en su femineidad, sea lo que sea eso? Y claro, parece que Liar Hunt hace que su feminismo sea el de una mujer que se convierte en hombre. Pero discrepo. Creo que el libro es más sutil que todo esto. Porque Constance hace de soldado y lo hace tan bien como cualquier otro hombre. Pero también tiene otros matices. Unas veces heroica, otras veces cobarde (interesante el discurso paralelo sobre el miedo  que me deja la sencilla frase final de la novela y que no diré por no contar demasiado), en ocasiones implacable, otras piadosa… Esta versatilidad emocional la hace humana y para mí, viene a decir que antes que mujer es persona, como cualquier hombre, y eso es la que la iguala. Su discurso feminista no está en el hecho de que ella adopte un rol masculino sino en el hecho de que lo puede hacer tan bien o tan mal como un hombre pero independientemente de eso, debería tener derecho a hacerlo si quiere o a renunciar del mismo modo. Y lo más brillante es que a veces olvidas ese discurso porque te limitas a seguir su larga peripecia a través de una prosa ajustada sin excesivas florituras pero con ocasionales aciertos estéticos, bien medida, en una primera persona pensante y “reflexionante” y hasta “soñante” (suele evocar a su madre muerta o su marido abandonado en sus sueños o pesadillas). Las escenas de guerras son terribles pero el escritor debe entender que ya hemos visto mucho de eso y no se recrea en ese asunto, siempre acaba esquivando el campo de batalla como hace su protagonista y nos lleva por el camino del pensamiento humanista.

Dice la publicidad de la novela que Paul Auster se quedó sin respiración mientras la leía. Creo que Paul Auster fue atendido rápidamente de su fallo respiratorio porque sigue vivo. No creo que se te tenga que parar nada leyendo esta historia pero sí que es brillante sin alardes. Y tendrá película( o ya la tiene, ya lo consultaré por ahí). Precisamente mientras la leía pensaba que me gustaría verla en el cine. Yo me la imagino como una de Terrence Malick pero ya tiene otro director asignado. Veremos.