lunes, 26 de octubre de 2015

"Meridiano de sangre"

Cormac McCarthy es uno de los cuatro escritores vivos que según Harold bloom, crítico reputadísimo americano, se sitúa entre los mejores cuatro escritores estadounidenses vivos actuales. Aunque uno nunca sabe hasta cuándo durará esto. No porque dejen de ser buenos escritores sino porque debido a sus avanzadas edades, el más jovenzuelo no baja de los setenta y muchos, dejen de estar vivos. Este McCarthy es cosecha del 33. Un escritor misterioso pero no tanto como por ejemplo Pynchon del que ni tenemos su rostro (bueno, de este ya hablaré en profundidad cuando toque). McCarthy no concede entrevistas pero al final parece que se desvirgó con la famosa Oprah Winfrey. Me hubiese gustado verla.
Le he leído bastante. Y vosotros también puede que lo halláis hecho sin saberlo.  Si habéis ido al cine a ver “La carretera” o “No es país para viejos” o alguna más ahí lo tenéis. Se le ha adaptado bastante.
No así sucede con este libro. “Meridiano de sangre” es un libro de casi cuatrocientas páginas en edición de bolsillo. Quítale ciento y pico en edición de las de tapa dura y vete a saber cuántas en edición pirata virtual. Pero de esas no hablaremos aquí.
Este libro podría pasarse al cine. Hace poco vi en Sitges “Bones Tomahawk” y había una brutal escena hacia el final con indios y americano torturado que me recordaba al menos en espíritu a lo que me cuenta este libro. Porque este es un libro sobre la crueldad humana. Parece el “Infierno” de Dante versión Salvaje Oeste (dónde salvaje podría ser también “slasher” o cualquiera de esas películas de terror con mutilaciones ya que incluso Jason o cualquiera de estos monstruos se echarían las manos a la cabeza viendo tanta casquería y tan creativa reunida).
Los blogueros críticos reduccionistas han dicho que esto es una historia del Oeste y se han quedado tan anchos. Pues vaya manera más simple de definirlo. Todo libro se puede reducir a algo y dejarlo en nada. “Moby Dick” es la historia del correcaminos, todo Faulkner es un montón de habitantes de un pueblo inexistente hablando a la suya, Proust es un tío que se comió una magdalena y se acordó de cuatro tonterías… ¿Lo veis? Si no te gusta un libro lo reduces a su esencia y lo ridiculizas. Y no es así. La literatura es descompresión. Coger lo pequeño y estirarlo y sacarle partido al detalle.
Aquí es cierto que hay cierta monotonía de la matanza pero incluso eso es genial. Es todo tan horrible y tan seguido que llega a dejar de importarte en algún momento. Se produce esa anestesia del horrorizarse. Ciertos verdugos masivos aseguran que cuando has cortado muchos brazos o mutilado a mucha gente o la has matado ya es como un trabajo más. ¿Terrible? Mucho. Pero cierto. Pues creo que eso puede pasar con este libro. Que alguno se descuelgue porque al final hay una sucesión de masacres que pueden resultar redundantes. Pero dejadme decir que esto es una parte más de lo que hay en estas páginas.
Porque Cormac McCarthy es más que eso. Este escritor es descripción brillante del paisaje duro que conoce bien. Y adapta el paisaje al alma de sus personajes. En eso es muy brillante. Y también hay ideas escondidas en sus páginas, cierta filosofía hobbesiana un tanto exagerada pero vamos, que viendo como está el mundo tampoco anda muy desacertada…  Y además tiene estilo. Porque la poesía que luego veríamos más ampliada en otras de sus obras nunca le falta. Hay metáforas en mitad de tanta sangre, y personajes bien explicados aunque lo cierto es que aquí no hay ni uno solo que sea eso que se dice “buena persona”, todos son de natural Neanderthal (el juez es el mal hecho carne y tal vez parezca de una pieza pero no, leer sus disquisiciones o pajas filosóficas es un toque más que curioso en ciertas partes de la novela). Aún así hay estructura. Hay inteligencia.
Puedo entender a los que quieran desviar la vista porque no tengan estómago para tanto pero oye, no me lo descalifiques como si estuvieras leyendo “Viernes 13” porque esto es otra cosa. Si no te van los platos fuertes este pica como el demonio. Es como si te va la comida con sal y te metes un taco mejicano con extra de salsa de guindilla. Si quieres literatura feliz espérate a que yo tenga el día optimista y te reseñe algo más ligero o pregúntale a otro bibliotecario cerca de tu casa pero no leas “Meridiano de sangre”. Porque no es duro, es lo siguiente.
El pistolón brincó en su mano y dos puñados de los sesos de Owens salieron por la parte posterior de su cráneo y cayeron al suelo con un ruido fofo. Owens se desplomó y quedó tumbado de bruces con un ojo abierto y la sangre manando de la destrucción que mostraba la parte posterior de su cabeza
 ¿Os parece poco? Pues lo es. Es el ejemplo más suave que he encontrado. El resto son exterminios que incluyen niños, cachorros, mujeres… Tu mismo-a.
Y en cuanto a la filosofía mirad las cositas que dice el curioso juez del que nada y todo sabemos.
Incluso en este mundo existen más cosas sin que nosotros tengamos conocimiento de ellas que en todo el universo y el orden que observamos en la creación es el que nosotros le hemos puesto, como un hilo en el laberinto, para no extraviarnos”.  
Para venir de una mala bestia la reflexión es interesante. El orden no existe. Todo es caos pero nosotros nos hacemos la ilusión de que hay un propósito, un orden, un caos, un creador. Y luego llegan los científicos para recordarnos que tendemos al desorden o entropía.

Los científicos o Cormac McCarthy haciendo hablar a su muñequito cabrón, el juez.