Carlos Castán es un escritor muy estiloso. Pero eso sí, no le
pidas que te cuente historias muy originales con grandes giros sorprendentes,
con personajes muy diferentes que hablan cada uno con sus particularidades, con
argumentos que te atrapan y quieres saber qué es lo próximo que va a ocurrir.
Para eso último tenéis a Dan Brown. Para lo demás tenéis a esa maestra
literaria que escribió
“Cincuenta sombras de Grey” y nos dibujó personajes tan alucinantes como la chica “monguis” y el tipo duro (aunque un poco imposible) que le daba la caña que necesitaba. Y no, no es que por aquí no vaya a salirme de la pedantería y algún día no vaya a reseñar autores más comerciales pero últimamente me apetece algo más adulto. Ya os avisaré cuando me apetezca leer y escribir sobre estupideces. Hay un momento para todo.
“Cincuenta sombras de Grey” y nos dibujó personajes tan alucinantes como la chica “monguis” y el tipo duro (aunque un poco imposible) que le daba la caña que necesitaba. Y no, no es que por aquí no vaya a salirme de la pedantería y algún día no vaya a reseñar autores más comerciales pero últimamente me apetece algo más adulto. Ya os avisaré cuando me apetezca leer y escribir sobre estupideces. Hay un momento para todo.
Carlos Castán es muy suyo, muy “él mismo”. Este libro es de
cuentos pero recientemente también escribió una novela “La mala luz” dónde nos
demostraba lo poco que le importa lo que cuenta. A él lo que le va es el cómo.
Sí, podría haberse dedicado a la poesía y no hacernos creer que nos va a
explicar una historia al uso pero bueno, que de todo tiene que haber en
literatura. Y bueno, a mí me lo hace pasar muy bien.
En este libro volvemos a ver a sus personajes simétricos
caminando por bares de mala muerte y con poca luz, por librerías o grandes
superficies dónde se lleva muchos discos y mucho papel impreso por Junio o
Julio (dos personajes en dos cuentos distintos tienen esta costumbre con lo que
adivinamos que el autor también y bueno, yo mismo de peque acumulaba cómics para llevarme al pueblo en verano, hacia más compras por esa época). También le
vemos apasionarse por mujeres que pasan un poco de él y a las que tiene que
matar porque ya sabemos que en España o eres mía o te asesino un poco. Y porque
es tan romántico eso de pegar hachazos en la cabeza a por ejemplo, el amante de
la que te ha dejado plantado… ¿A que sí?
Pero no os dejéis engañar por esta ironía o sarcasmo que al
igual que el desodorante no me abandona. El tipo escribe bien. Y no es porque
naciera en Barcelona como yo. Creo que actualmente da clases o algo así por
Zaragoza, no sé, vosotros también tenéis wikipedia. Escribe bien porque su
literatura fluye como una buena melodía.
Su estilo esta hecho de frases largas pero fluidas (ya lo he
dicho), uso y abuso de las comas, enumeraciones múltiples, primera persona del
singular como la narrativa a partir del siglo XX que es muy egocéntrica pero así
somos, melancolía, el pasado ganándole la partida al presente y no siempre para
bien, bastante tristeza…
“Tu vida es eso, es esa
despedida que no se nombra ni se acaba, el deseo que regresa de vacío, el ruido
del ascensor que te sobresalta en medio de la noche pero que siempre va a otro
piso, más arriba o más abajo, y te despiertas solo y sin saber ya qué ocurre,
qué ocurrió, dónde demonios se jodió todo”
Ese párrafo lo dice porque espera que la chica que perdió sin
saber cómo no regresa y él la espera, de ahí sus problemas con los ascensores
que no paran en su piso. Un poco obsesivo-compulsivo.
“A veces un barrio se
queda de pronto vacío, Mucho antes de que los amigos comiencen a dispersarse en
matrimonios incomprensibles, en provincias de risa, en trabajos sin sentido
perdidos por el mundo. A veces pasa eso y todo un tiempo de golpe se desmorona
como una torre, cambia la luz de las tardes, y sobre las cosas se va dejando
caer despacio una borrosa nube de cansancio.”
¿Veis lo que digo sobre lo que le gustan a este hombre las
comas? Pero si podemos jugar mucho a que somos Carlos Castán. A ver, vamos a
hacerlo un momento “Y llegó la España de la crisis, con los presidentes tristes
de los brotes verdes que nunca llegaban o los que sólo se le aparecían a los
periodistas a través de un plasma, con las reuniones para comer junto al
contenedor de basuras, con el artículo de la Constitución que te aseguraba el
derecho de la vivienda abolido, con…” ¿A que es fácil? Intentadlo, es
divertido. Llevo todo el día jugando a que soy Castán.
Por último decir dos cositas. La primera que desde que le
recomendé este libro a un amigo bloguero siempre me pide más recomendaciones de
este estilo. Es un amigo al que se lo recomendé porque tenían estilos muy
similares. No puedes recomendar el mismo libro a personas diferentes.
Otra anécdota es que cuando terminé de leerlo comprendí que
hace años ya lo había leído. Pero claro, todo lo que escribe este hombre es tan
homogéneo que pensé que mis repetidos Déja vu
eran producto de que Castán se repite más que el ajo. Me he convertido en esos
viejos que cuando era crío y los veía preguntarle a la señora del videoclub si
habían visto o no cierta película me hacían gracia. ¿Cómo podían no recordar si
habían visto algo? Pues ya veis. El espíritu de aquellos señores que seguro que
ya no existen ha venido a vengarse. ¿Acabaré preguntando si he leído esto o
aquello a un tercero-a?
Saludos y leed lo que queráis. Y si es algo bueno recomendarlo.
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