lunes, 30 de noviembre de 2015

"El Reino"


De Emmanuel Carrère leo casi todo lo que se publica en España. Lo descubrí con “El adversario” y desde allí hasta ahora me suelo interesar por lo que escribe. Unas veces me convence más que otras. Pero hay algo en sus libros que se me hace muy cercano. En estos casi siempre emplea una estructura similar. Mezcla su vida o lo que podría ser su vida con la del personaje real del que suele escribir. Confecciona una vida cotejando la autobiografía con la vida ajena. “De vidas ajenas”, por cierto, es otro de sus libros más premiados. Hace años hicimos una lectura conjunta una bloguera y yo. En esos comentarios yo empiezo despreciando un poco al autor y al final me acabo rindiendo a su libro. Y eso es tal vez porque se muestra tan supuestamente íntimo en sus confesiones que realmente parece que sea él y que lo narrado sea su vida y esta no sea precisamente ejemplar (a la interpretación de cada cual dejo si inventa o actúa).  
En “El Reino” nos habla de los evangelistas. Desde el punto de vista de alguien que creyó hace más de veinte años y luego se hizo agnóstico. De algún modo entiende mejor a los creyentes porque se ha contado como uno de ellos, ha militado en sus filas. Actualmente está en las filas de los escépticos y se le nota en sus pasajes más humorísticos.
Aquí regresamos con las supuestas confesiones sobre su vida. Abrimos el libro con un larguísimo prólogo en el que nos habla de su participación en la serie de muertos que resucitan para televisión que le tuvo como guionista. Entiende que Jesús también es un famoso muerto que resucitó. Como en la serie francesa, fue un resucitado entero, nada de un cadáver apestoso a lo “Walking dead” con ganas de comer carne humana. Esto le hace reflexionar al autor sobre su relación con esta religión. Cómo pudo creer algo tan bizarro como que alguien resucitara. Yo también me lo pregunto así que me leo sus quinientas páginas y bueno, independientemente de que la respuesta sea satisfactoria, sí es satisfactorio el recorrido por ese mundo en el que todavía Jesucristo sólo era un mesías más que decían que había regresado del otro lado. Cómo se forja una religión tan importante y cómo el tiempo que la vivió ignoraba por completo lo que le esperaba. Para eso está la Historia, para desmitificar. Porque a muchos se les van a venir algunos mitos a pique.
En cualquier caso creo que es un libro disfrutable para creyentes o no creyentes. El autor no se dedica a la burla, lo deja claro en sus pasajes más importantes (el título del libro sale de uno de esos máximos pasajes clave de respeto que no desvelaré por no matar las sorpresas a nadie). Simplemente busca en las fuentes y lo hace durante años. Se apoya en gente de la Iglesia y en gente que está fuera de esta. Se esfuerza por ser objetivo, algo que no se puede lograr al cien por cien pero premiemos siempre el intento. Alguien dice por ahí que está en estado de gracia cuando lo escribe. Yo creo que también. Le gusta lo que hace y se le nota. Pasado ese largo prólogo que para mí supone el único pero de la novela, consigue que me interese por las vidas de Pablo, Marcos, Lucas, Juan… algo que hasta la fecha debo admitir que me resbalaba bastante. Se convierte en novela y en novela interesante. Yo he disfrutado especialmente con las incoherencias de un libro como “La Biblia” que se supone dictado por Dios y que sin embargo, visto desde la mente de un novelista deja cabos sueltos, tiene redundancias, contradicciones clarísimas, un dibujo incoherente de los personajes (ese Jesús iracundo en unos evangelios y tan pacífico en otros es impagable). Pero es lo que hay. Tenemos Biblias en cualquier lugar si no creemos a Carrère. Y no creo que a ningún Dios verdadero le importe que la gente ría. Estoy seguro de que le debe molestar más lo de matarla o torturarla. Pero dejémoslo. Tampoco soy objetivo. Sólo recuerden que esto no es novela histórica, novela moderna o autobiográfica, ensayo, comedia, blog novelado… es un poco de todo y más.
Para mí, lo mejor de Carrère.

Dice que es extraño, si te paras a pensarlo, que personas normales, inteligentes, puedan creer en algo tan insensato como la religión cristiana, algo del mismo género que la mitología griega o los cuentos de hadas”    

Sobre la conversión de Pablo:

El Pablo de antaño se había convertido en un monstruo para él, y Pablo se había convertido en un monstruo para el hombre que había sido antaño… Habría rogado a Dios que le matase, como los héroes de las películas de vampiros obligan a jurar a sus compañeros que les traspasarán el corazón con una estaca si llegan a morderles. Pero eso es lo que se dice antes. Una vez contaminado, sólo piensas en morder a tu vez…”     

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