Cormac McCarthy es uno de los cuatro escritores vivos que
según Harold bloom, crítico reputadísimo americano, se sitúa entre los mejores cuatro
escritores estadounidenses vivos actuales. Aunque uno nunca sabe hasta cuándo
durará esto. No porque dejen de ser buenos escritores sino porque debido a sus
avanzadas edades, el más jovenzuelo no baja de los setenta y muchos, dejen de
estar vivos. Este McCarthy es cosecha del 33. Un escritor misterioso pero no
tanto como por ejemplo Pynchon del que ni tenemos su rostro (bueno, de este ya
hablaré en profundidad cuando toque). McCarthy no concede entrevistas pero al
final parece que se desvirgó con la famosa Oprah Winfrey. Me hubiese gustado
verla.
Le he leído bastante. Y vosotros también puede que lo halláis
hecho sin saberlo. Si habéis ido al cine
a ver “La carretera” o “No es país para viejos” o alguna más ahí lo tenéis. Se
le ha adaptado bastante.
No así sucede con este libro. “Meridiano de sangre” es un
libro de casi cuatrocientas páginas en edición de bolsillo. Quítale ciento y
pico en edición de las de tapa dura y vete a saber cuántas en edición pirata
virtual. Pero de esas no hablaremos aquí.
Este libro podría pasarse al cine. Hace poco vi en Sitges “Bones
Tomahawk” y había una brutal escena hacia el final con indios y americano torturado
que me recordaba al menos en espíritu a lo que me cuenta este libro. Porque este
es un libro sobre la crueldad humana. Parece el “Infierno” de Dante versión
Salvaje Oeste (dónde salvaje podría ser también “slasher” o cualquiera de esas
películas de terror con mutilaciones ya que incluso Jason o cualquiera de estos
monstruos se echarían las manos a la cabeza viendo tanta casquería y tan
creativa reunida).
Los blogueros críticos reduccionistas han dicho que esto es
una historia del Oeste y se han quedado tan anchos. Pues vaya manera más simple
de definirlo. Todo libro se puede reducir a algo y dejarlo en nada. “Moby Dick”
es la historia del correcaminos, todo Faulkner es un montón de habitantes de un
pueblo inexistente hablando a la suya, Proust es un tío que se comió una
magdalena y se acordó de cuatro tonterías… ¿Lo veis? Si no te gusta un libro lo
reduces a su esencia y lo ridiculizas. Y no es así. La literatura es
descompresión. Coger lo pequeño y estirarlo y sacarle partido al detalle.
Aquí es cierto que hay cierta monotonía de la matanza pero
incluso eso es genial. Es todo tan horrible y tan seguido que llega a dejar de
importarte en algún momento. Se produce esa anestesia del horrorizarse. Ciertos
verdugos masivos aseguran que cuando has cortado muchos brazos o mutilado a
mucha gente o la has matado ya es como un trabajo más. ¿Terrible? Mucho. Pero
cierto. Pues creo que eso puede pasar con este libro. Que alguno se descuelgue
porque al final hay una sucesión de masacres que pueden resultar redundantes.
Pero dejadme decir que esto es una parte más de lo que hay en estas páginas.
Porque Cormac McCarthy es más que eso. Este escritor es
descripción brillante del paisaje duro que conoce bien. Y adapta el paisaje al
alma de sus personajes. En eso es muy brillante. Y también hay ideas escondidas
en sus páginas, cierta filosofía hobbesiana un tanto exagerada pero vamos, que
viendo como está el mundo tampoco anda muy desacertada… Y además tiene estilo. Porque la poesía que
luego veríamos más ampliada en otras de sus obras nunca le falta. Hay metáforas
en mitad de tanta sangre, y personajes bien explicados aunque lo cierto es que
aquí no hay ni uno solo que sea eso que se dice “buena persona”, todos son de
natural Neanderthal (el juez es el mal hecho carne y tal vez parezca de una
pieza pero no, leer sus disquisiciones o pajas filosóficas es un toque más que
curioso en ciertas partes de la novela). Aún así hay estructura. Hay
inteligencia.
Puedo entender a los que quieran desviar la vista porque no
tengan estómago para tanto pero oye, no me lo descalifiques como si estuvieras
leyendo “Viernes 13” porque esto es otra cosa. Si no te van los platos fuertes
este pica como el demonio. Es como si te va la comida con sal y te metes un
taco mejicano con extra de salsa de guindilla. Si quieres literatura feliz
espérate a que yo tenga el día optimista y te reseñe algo más ligero o
pregúntale a otro bibliotecario cerca de tu casa pero no leas “Meridiano de
sangre”. Porque no es duro, es lo siguiente.
“El pistolón brincó en
su mano y dos puñados de los sesos de Owens salieron por la parte posterior de
su cráneo y cayeron al suelo con un ruido fofo. Owens se desplomó y quedó
tumbado de bruces con un ojo abierto y la sangre manando de la destrucción que
mostraba la parte posterior de su cabeza”
¿Os parece poco? Pues
lo es. Es el ejemplo más suave que he encontrado. El resto son exterminios que
incluyen niños, cachorros, mujeres… Tu mismo-a.
Y en cuanto a la filosofía mirad las cositas que dice el
curioso juez del que nada y todo sabemos.
“Incluso en este mundo
existen más cosas sin que nosotros tengamos conocimiento de ellas que en todo
el universo y el orden que observamos en la creación es el que nosotros le
hemos puesto, como un hilo en el laberinto, para no extraviarnos”.
Para venir de una mala bestia la reflexión es interesante. El
orden no existe. Todo es caos pero nosotros nos hacemos la ilusión de que hay
un propósito, un orden, un caos, un creador. Y luego llegan los científicos
para recordarnos que tendemos al desorden o entropía.
Los científicos o Cormac McCarthy haciendo hablar a su
muñequito cabrón, el juez.
Recordé cómo llegué a tu otro blog al ver esta entrada en mi lista de avisos :D
ResponderEliminar¿Cómo pueden compararlo con Viernes 13 con ese párrafo poético sobre los sesos de Owen? Creo que este libro no vale para mi estómago (al menos en este momento), pero un poco de respecto para McCarthy, por favor.
Lo comparan con todo. Y a mí me pasa lo mismo. Hay libros que me apetecen en un momento dado y otros que no y luego tal vez, en otro momento de la vida, me vienen bien. Lo malo es que he regresado a activar este blog con un autor americano y tengo varios pendientes. No quisiera encasillarme con autores norteamericanos pero es lo que me apetece ahora. El año pasado, en cambio, cogí una buena ristra de autoras mujeres aunque eso no guarda orden temático, cada una era un mundo.
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