Aunque voy a romper el buen tono
literario que siempre llevo por aquí, no veo por qué no podría hacer
ocasionales excepciones. Especialmente cuando uno de los dos libros que
comentaré está escrito por Ronald Wright que además de ensayista es escritor. Y
se nota en “Una breve historia del progreso”. Especialmente si lo comparamos
con “2020, un nuevo paradigma” de Robert J. Shapiro que fue subsecretario de
Comercio y asesor de Bill Clinton, pura economía y puro ensayo pero cero
literatura (por eso no reseñaré muchos de estos por aquí, porque este sí se
sale de la política de esta casa aunque merece la pena decir algo sobre lo que
plantea).
Hace años escribía en mi otro blog
que tenía un terrible dilema. Si hay crisis la ecología gana porque consumimos
menos y el planeta lo agradece. Pero somos más infelices. Si no hay crisis el
planeta se acaba esquilmando, contaminamos, cambiamos el clima… volvemos a la
casilla de la infelicidad. Dos opciones terribles y con poca solución.
Es curioso que estos días en que me
ha dado por visitar la biblioteca en busca de ensayos haya encontrado estos dos
libros de la misma colección “Tendencias” que poco o nada tienen que ver pero
que a mí me han parecido altamente complementarios porque me devuelven mi viejo
dilema. Y sigo sin resolverlo, puedo añadir.
En “Breve historia del progreso” que
se editó en la no demasiado cercana fecha de 2006 pero que sigue siendo de
total actualidad, Ronald Wright estudia a fondo cuatro civilizaciones que
murieron de éxito. Y además nos explica la historia a través del daño que los
imperios le han hecho al entorno.
Norteamericanos, babilonios, habitantes
de la Isla de Pascua, españoles en Sudamérica… acabaron con sus árboles en unos casos,
desviaron aguas para regar sus campos y eso hizo que la sal que llevan los ríos
de las rocas y que arrastran hasta el mar, desertizaran esos mismos cultivos(a
la tierra no le gusta que la toqueteen mucho), llevaron la viruela y mataron
poblaciones enteras, mataron bisontes hasta la casi total extinción. Todo el
libro nos lleva de la mano por la manía que tienen los seres humanos de llevar
los recursos hasta sus últimas reservas. La idea es que ahora ya somos una
población global que no tendrá a dónde ir. Porque claro, las anteriores civilizaciones
sí se podían desplazar a otros lugares pero ahora somos una especie desatada
que en diez años sube en mil millones de individuos su población. Antes nos
costaba mil años de tiempo conseguir crecer tanto. El crecimiento es
exponencial. Somos un virus muy voraz. Estamos en todos los lugares de la
Tierra y no podemos escapar de nuestra propia especie.
El libro, eso sí, es ameno, breve,
está bien escrito y hasta se permite el sentido del humor. Tal vez por eso el
otro me ha resultado tan insufrible. Y es que la tesis de “2020” es puro neoliberalismo.
Te permite entrar en el cerebro del americano emprendedor medio y saber por qué
es tan distinto del europeo. Lo mejor de la política en Europa para su escritor
fue Margaret Thatcher, la dama de hierro (uno de los pocos líderes que parece
aprobar Shapiro).
Según Shapiro nuestras economías
europeas se van a ir al traste o ya lo están haciendo porque hay muchos viejos
y estos viven más. Y damos muchas subvenciones. Cada vez menos trabajadores
sustentan a más individuos así que hay que subirles los impuestos a los que
trabajan y reducir las prestaciones a los que no(o acabar directamente con la
seguridad social, etc.). También tenemos que mantenernos a base de préstamos o
rescates. Esto genera deuda pública y por tanto menos empresas quieren invertir
en países morosos (¡glups!). El estado del bienestar es fantasía europea pero
los políticos no se atreven a hacer los recortes necesarios. Y sí, lo
terrorífico es que algo de razón no le falta. ¿De dónde saldrá el dinero que
necesitamos para que no crezca el déficit si no se generan puestos de trabajo?
Pero es que Shapiro ve soluciones en tener más hijos que apoyen la jubilación de
los viejos. Claro, hombre, como si no fuéramos suficientes. O como si no
hubiera jóvenes sin trabajo. Y el sufrimiento de mucha gente tampoco parece
molestarle demasiado, él solo ve cifras desde sus despachos.
Pero debo admitir que tiene razón en
algo. Todo país que invierte en educación se hace más productivo en unos diez
años. Un mundo tan cambiante como el nuestro necesita gente flexible y esta
flexibilidad la da una buena formación. Claro que la educación es inversión de
futuro y los políticos están para mantener su partido y solo quieren resultados
rápidos, no molestar a sus clientes que son los votantes.
Shapiro ve como males menores el
hecho de que la deslocalización de empresas deje sin trabajo a millones de
personas. O que los recortes en sanidad las maten. Llega a admirar al régimen
surcoreano y otras tiranías porque al no temer protestas en la calle pueden
hacer los recortes y reformas necesarias para que el país avance. Detesta a
Europa por lo opuesto, porque nos molesta todo y no queremos que nos quiten derechos.
Llega un momento en que sus tesis neoliberales salvajes me sacan del libro.
Nos cuenta además que debemos trabajar
más para tener más dinero(en la vida hay trabajos maravillosos de los que no
querrías salir nunca pero otros en los que cincuenta o hasta ochenta horas
semanales son un infierno así que mejor vivir con menos pero más felices, en
eso soy muy europeo).
Shapiro adora a los irlandeses porque
no paran de tener hijos (esto horrorizaría a Ronald Wright). Nos repite sus
tesis como si fuéramos idiotas, el libro y sus quinientas páginas se caen de
las manos no por difícil sino por repetitivo y a ratos casi ofensivo (otra
conclusión es que América es la hostia y va a seguir siéndolo como mínimo hasta
el año que da título al libro).
Pero lo he leído hasta el final a
pesar del poco interés que ha puesto el escritor en quedarse con el grano y
arrojar la paja. No todo es aburrido o banal. Es cierto que la facilidad para
montar empresas que tienen los americanos y las condiciones a sus emprendedores
son únicas. Pero al final creo más en lo que Jean Philippe Cotis, economista de
la OCDE dijo: “Al final nuestro propio modo de vida vale mucho más que una
vulgar estadística del PIB per cápita”
Por supuesto Shapiro detesta esa
mentalidad.
El libro se escribió en 2008 y
nuestros problemas actuales con el fondo de pensiones le están dando en parte la
razón. Pero América no va tan bien como él auguraba. Ni China (aunque sí, han
crecido mucho). Y bueno, Irlanda desde luego que no.
En cualquier caso nadie adivinó a
Donald Trump. En economía como en cualquier otro lugar no existen los adivinos
perfectos.
A veces coincidimos en algún aspecto con alguien con el que no estamos de acuerdo en nada, igual que tenemos diferencias con alguien afín a nosotros. Lamentablemente no entiendo casi nada de economía así que creo que me quedo con la cita de Jean Philippe Cotis. Creo que Shapiro me tiraría a los leones por improductiva social.
ResponderEliminarShapiro tira a toda España a los leones por improductiva. No dice España porque la menciona poco pero dice Francia y Alemania así que España ni te cuento... Por otro lado podríamos enmarcar su literatura en el género de terror. La crisis que no hemos terminado de pasar le parecía pequeña. Pero sí, en algunas cosas parecía que sabía lo que se decía. En fin. Regreso a mis mundos literarios.
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