domingo, 13 de noviembre de 2016

"Breve historia del progreso" y "2020, un nuevo paradigma"




Aunque voy a romper el buen tono literario que siempre llevo por aquí, no veo por qué no podría hacer ocasionales excepciones. Especialmente cuando uno de los dos libros que comentaré está escrito por Ronald Wright que además de ensayista es escritor. Y se nota en “Una breve historia del progreso”. Especialmente si lo comparamos con “2020, un nuevo paradigma” de Robert J. Shapiro que fue subsecretario de Comercio y asesor de Bill Clinton, pura economía y puro ensayo pero cero literatura (por eso no reseñaré muchos de estos por aquí, porque este sí se sale de la política de esta casa aunque merece la pena decir algo sobre lo que plantea).
Hace años escribía en mi otro blog que tenía un terrible dilema. Si hay crisis la ecología gana porque consumimos menos y el planeta lo agradece. Pero somos más infelices. Si no hay crisis el planeta se acaba esquilmando, contaminamos, cambiamos el clima… volvemos a la casilla de la infelicidad. Dos opciones terribles y con poca solución.
Es curioso que estos días en que me ha dado por visitar la biblioteca en busca de ensayos haya encontrado estos dos libros de la misma colección “Tendencias” que poco o nada tienen que ver pero que a mí me han parecido altamente complementarios porque me devuelven mi viejo dilema. Y sigo sin resolverlo, puedo añadir.
En “Breve historia del progreso” que se editó en la no demasiado cercana fecha de 2006 pero que sigue siendo de total actualidad, Ronald Wright estudia a fondo cuatro civilizaciones que murieron de éxito. Y además nos explica la historia a través del daño que los imperios le han hecho al entorno.  
Norteamericanos, babilonios, habitantes de la Isla de Pascua, españoles en Sudamérica…  acabaron con sus árboles en unos casos, desviaron aguas para regar sus campos y eso hizo que la sal que llevan los ríos de las rocas y que arrastran hasta el mar, desertizaran esos mismos cultivos(a la tierra no le gusta que la toqueteen mucho), llevaron la viruela y mataron poblaciones enteras, mataron bisontes hasta la casi total extinción. Todo el libro nos lleva de la mano por la manía que tienen los seres humanos de llevar los recursos hasta sus últimas reservas. La idea es que ahora ya somos una población global que no tendrá a dónde ir. Porque claro, las anteriores civilizaciones sí se podían desplazar a otros lugares pero ahora somos una especie desatada que en diez años sube en mil millones de individuos su población. Antes nos costaba mil años de tiempo conseguir crecer tanto. El crecimiento es exponencial. Somos un virus muy voraz. Estamos en todos los lugares de la Tierra y no podemos escapar de nuestra propia especie.  
El libro, eso sí, es ameno, breve, está bien escrito y hasta se permite el sentido del humor. Tal vez por eso el otro me ha resultado tan insufrible. Y es que la tesis de “2020” es puro neoliberalismo. Te permite entrar en el cerebro del americano emprendedor medio y saber por qué es tan distinto del europeo. Lo mejor de la política en Europa para su escritor fue Margaret Thatcher, la dama de hierro (uno de los pocos líderes que parece aprobar Shapiro).  
Según Shapiro nuestras economías europeas se van a ir al traste o ya lo están haciendo porque hay muchos viejos y estos viven más. Y damos muchas subvenciones. Cada vez menos trabajadores sustentan a más individuos así que hay que subirles los impuestos a los que trabajan y reducir las prestaciones a los que no(o acabar directamente con la seguridad social, etc.). También tenemos que mantenernos a base de préstamos o rescates. Esto genera deuda pública y por tanto menos empresas quieren invertir en países morosos (¡glups!). El estado del bienestar es fantasía europea pero los políticos no se atreven a hacer los recortes necesarios. Y sí, lo terrorífico es que algo de razón no le falta. ¿De dónde saldrá el dinero que necesitamos para que no crezca el déficit si no se generan puestos de trabajo? Pero es que Shapiro ve soluciones en tener más hijos que apoyen la jubilación de los viejos. Claro, hombre, como si no fuéramos suficientes. O como si no hubiera jóvenes sin trabajo. Y el sufrimiento de mucha gente tampoco parece molestarle demasiado, él solo ve cifras desde sus despachos.
Pero debo admitir que tiene razón en algo. Todo país que invierte en educación se hace más productivo en unos diez años. Un mundo tan cambiante como el nuestro necesita gente flexible y esta flexibilidad la da una buena formación. Claro que la educación es inversión de futuro y los políticos están para mantener su partido y solo quieren resultados rápidos, no molestar a sus clientes que son los votantes.  
Shapiro ve como males menores el hecho de que la deslocalización de empresas deje sin trabajo a millones de personas. O que los recortes en sanidad las maten. Llega a admirar al régimen surcoreano y otras tiranías porque al no temer protestas en la calle pueden hacer los recortes y reformas necesarias para que el país avance. Detesta a Europa por lo opuesto, porque nos molesta todo y no queremos que nos quiten derechos. Llega un momento en que sus tesis neoliberales salvajes me sacan del libro.
Nos cuenta además que debemos trabajar más para tener más dinero(en la vida hay trabajos maravillosos de los que no querrías salir nunca pero otros en los que cincuenta o hasta ochenta horas semanales son un infierno así que mejor vivir con menos pero más felices, en eso soy muy europeo).
Shapiro adora a los irlandeses porque no paran de tener hijos (esto horrorizaría a Ronald Wright). Nos repite sus tesis como si fuéramos idiotas, el libro y sus quinientas páginas se caen de las manos no por difícil sino por repetitivo y a ratos casi ofensivo (otra conclusión es que América es la hostia y va a seguir siéndolo como mínimo hasta el año que da título al libro).
Pero lo he leído hasta el final a pesar del poco interés que ha puesto el escritor en quedarse con el grano y arrojar la paja. No todo es aburrido o banal. Es cierto que la facilidad para montar empresas que tienen los americanos y las condiciones a sus emprendedores son únicas. Pero al final creo más en lo que Jean Philippe Cotis, economista de la OCDE dijo: “Al final nuestro propio modo de vida vale mucho más que una vulgar estadística del PIB per cápita
Por supuesto Shapiro detesta esa mentalidad.
El libro se escribió en 2008 y nuestros problemas actuales con el fondo de pensiones le están dando en parte la razón. Pero América no va tan bien como él auguraba. Ni China (aunque sí, han crecido mucho). Y bueno, Irlanda desde luego que no.

En cualquier caso nadie adivinó a Donald Trump. En economía como en cualquier otro lugar no existen los adivinos perfectos.      

2 comentarios:

  1. A veces coincidimos en algún aspecto con alguien con el que no estamos de acuerdo en nada, igual que tenemos diferencias con alguien afín a nosotros. Lamentablemente no entiendo casi nada de economía así que creo que me quedo con la cita de Jean Philippe Cotis. Creo que Shapiro me tiraría a los leones por improductiva social.

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  2. Shapiro tira a toda España a los leones por improductiva. No dice España porque la menciona poco pero dice Francia y Alemania así que España ni te cuento... Por otro lado podríamos enmarcar su literatura en el género de terror. La crisis que no hemos terminado de pasar le parecía pequeña. Pero sí, en algunas cosas parecía que sabía lo que se decía. En fin. Regreso a mis mundos literarios.

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