lunes, 18 de julio de 2016

La isla de la infancia. Mi lucha 3



En una entrevista al cómico Berto Romero le preguntan qué estaría dispuesto a hacer por reír y responde que bajarse los pantalones y enseñarle los huevos al entrevistador.
Sin salir de la comedia, Raúl Cimas dice que se humilla como haga falta para hacernos reír en un cortometraje donde le vemos de perfil, a cuatro patas sobre una cama, como si estuviera siendo sodomizado por él mismo y le doliera y le gustase a la vez(un corto muy bizarro dónde hace el amor consigo mismo).
Ahora barriendo para mi casa debo decir que en mi otro blog, el personal, conseguí grandes épocas de visitas cuando iba más lejos en la confesión, cuando me dejaba la vergüenza en algún otro lugar que no fuera el ordenador y explicaba lo que fuera, sin importarme que hubiera amigos no virtuales y de los que te saludan o te llaman por teléfono cuando leen algo que se sale de lo normal y hasta te preguntan por el asunto del que has escrito. Y esa desvergüenza, al mirar las estadísticas, era comercial. No es que sacase nada pero se me visitaba más de lo normal. El cotilleo vende.
Todo lo dicho es porque me pregunto si Karl Ove Knausgard hubiese llegado tan lejos en su carrera literaria si las dos primeras partes de su sextalogía “Mi lucha” no le hubieran montado un escándalo, le hubieran denunciado y toda esa polémica le hubiera rebotado en forma de éxito abrumador. Todavía me lo pregunto. No sé si es un gran escritor. Su prosa es plana. Las dos primeras partes de la autobiografía o confesión tienen graves fallos de ritmo. Ya comenté por aquí el anterior libro y a ratos me aburría y a ratos me interesaba. Por más que al autor no me acababa de caer muy bien. Y sigue sin hacerlo. Pero aún así admito que gran parte del éxito es algo tan básico como lo que llevo contando aquí, el no tener frenos ni sonrojo alguno a la hora de abrirse al lector. Lo tachan de generoso. Sí, mucho. Con su vida y con la de los demás. Pero en esta tercera parte regresa a su infancia y no creo que nadie le denunciase por eso. En esta tercera lucha mejor escrita a mi parecer que las anteriores y mucho más estructurada, las partes son más armónicas, no hay esos cambios de ritmo tan exasperantes, la historia mantiene su cadencia y ha conseguido interesarme, retrotraerme a mi propia infancia, tan distinta, tan mediterránea y tan poco nórdica pero en fin, los niños son un país aparte, ya lo decía el poeta con sus propias palabras.
Knausgard nos narra su infancia desde que nace hasta los trece años aproximadamente. Y de paso la relación con su severo padre, un progenitor prototipo de los de antes, más temible que digno de amor. Y también asistimos a las aventuras del niño más llorica de la historia de la literatura. No menos de cien irritantes llantos. El autor lloraba porque unas niñas le quitaban los caramelos, porque su padre le gritaba, porque no leían su redacción en el colegio, porque no podía visitar a sus abuelos, porque… la lista es inagotable pero agotadora. De ahí que el tipo me siga resultado repulsivo incluso de niño. Pero a la vez me fascina. Porque no deja indiferente. Porque se desnuda con tanto detalle que pocas veces se ha visto algo así. Por más que dudemos que pueda recordar tanto y tan detallado sobre su vida. Es obvio que inventará dramatizaciones de su historia pero son tan creíbles que casi crees que su pasado está filmado y ahora lo reproduce. ¿Cómo recuerda tantos nombres y apellidos de compañeros de clase de cuando tenía siete años?  ¿Lo ha investigado? Esta es una de las muchas dudas que me suscita porque juraría haberle leído en una entrevista que lo hacía todo de memoria. Claro que teniendo en cuenta la catadura del individuo puede ser otra de sus mentiras(a su padre le miente por estupideces en el libro y le acaban calentando, siempre con la misma tortura, retorcerle la oreja al máximo de sus posibilidades, tal vez el autor lleve ahora el pelo largo para ocultar alguna deformidad del pabellón auditivo).
Este era el libro que menos me interesaba en principio pero ya me había hecho al personaje y quería saber hacia dónde iba. Pensaba que aquí no habría carnaza y de hecho no la hay en tan alto grado como en “Un hombre enamorado” pero aún así me ha entretenido, ya me ha convencido definitivamente de que terminaré de leer su vida tan común, tan diferente, tan expuesta. Esta nueva literatura del cotilleo nos enseña la cantidad de miedo y miseria que hay en la vida de todos. Y tal vez reconforte ese mal de muchos. Es la base del cotilla, sentirse mejor viendo que otros están peor o lo son. Ah, sí, he dicho miedo. El miedo que no nos falte. Cada uno lo tiene por algo. Y Knausgard es un catálogo de terrores infantiles. Le acojonan hasta las tuberías cuando hacen ruido.
Yo hubiese sido un padre más severo que el suyo porque el niño es repelente como pocos (ver su comportamiento en clase). Pero el escritor me interesa ya que el niño o el hombre no tanto. No sé si podría llamarlo placer culpable. Creo que esta literatura habla sobre algo más profundo que lo que vemos y nos enseña un buen espejo de algo indefinible pero disfrutable. Finalmente me ha convencido. Le ha costado unas mil setecientas páginas pero más vale tarde que nunca.      


2 comentarios:

  1. Primera vez que me paseo por aquí... Lo haré más. A este tipo le leía hasta el Tato cuando estaba en Noruega. Una amiga de entonces decía: "es que es como leer sobre mi propia vida". Y por eso nos gusta a todo el mundo la verdad ajena, incluso la vergonzante, porque al final y curiosamente no deja de ser la propia. Somos mucho más parecidos de lo que nos gustaría siendo tan distintos, : )
    Un abrazo de tu amigo y admirador,
    rafarrojas (long due esta visita)

    ResponderEliminar
  2. Este blog como les digo a los que me leían en el otro lado y me descubren aquí por casualidad, era casi un lugar donde anotaba impresiones y a veces citas de los libros que leo o leía y de los que quiero y quería conservar algo, una frase, su esencia, una idea... Luego las estadísticas se fueron haciendo más grandes. No me comenta nadie pero me consta que sí lo leen. En el otro es al revés.
    De Knausgard ya he comentado dos libros aquí pero me he leído los tres. Estoy al borde de coger el cuarto, ya traducido en España. Tu amiga dio con la clave. Nos gusta este hombre porque esto sí es recordarnos que todos somos iguales. Más de lo que pensábamos. Un nuevo abrazo. Desde luego te has puesto al día hoy. Y yo agradecido.

    ResponderEliminar