martes, 5 de febrero de 2013

Relatos completos

Un autor del romanticismo alemán que se ganó su puesto en la literatura mundial muchos años después de su muerte. Y es que a Heinrich von Kleist le debió hacer bastante daño que un titán de las letras germanas como Goethe lo fulminase con sus críticas despectivas. Y a pesar de los valores que se le han descubierto años después a von Kleist me decanto más del lado de Goethe que de sus muchos seguidores. Porque leyendo esta colección de relatos descubro virtudes y defectos por igual pero son sus defectos los que me retiran del placer de la literatura más de lo que me acercan sus virtudes. Por supuesto es esta una opinión muy subjetiva. Nada he leído del von Kleist dramaturgo pero en esta colección de cuentos de Acantilado del año 2011 encuentro romanticismo en el sentido más exagerado y exasperante de la palabra. Demasiadas cartas mojadas de lágrimas, demasiados desmayos masculinos o femeninos, demasiados milagros del lado de los católicos(aunque tanto me da un lado que el otro, no me creo nada), demasiados buenos buenísimos y malos malvadísimos, demasiados demasiados cargados de eso, de Romanticismo exacerbado. Así que todo aquel que disfrute de ese momento de la literatura a principios del XIX tiene aquí el non plus ultra de las pasiones cargando las tintas y hasta cargándose a algunos de esos personajes. El que quiera algo más tranquilo se puede ir a parajes más intelectuales como los del citado Goethe. Y no por ello dejo de entender y apreciar un ritmo narrativo vertiginoso que en algunos momentos me ha parecido precursor de muchas novelas modernas. Porque si bien los dados a poner fechas y adjudicar etiquetas dicen que Poe inventó el género negro yo veo en estas páginas mucho de eso antes que el gran autor americano lo ensayase. Intrigas, gente buena que se vuelve malvada(esto sí me hace descubrir el sombrero que no tengo ante el autor) y una sucesión de eventos que hacen que ni una sola página suponga un descanso. A veces creo que estoy asistiendo al final de una historia y no he hecho más que comenzarla tal es el grado de situaciones que aporta Kleist. Sus personajes no paran quietos y los giros de las historias son frecuentes. Son las resoluciones ingenuas, milagrosas o cargadas de emotividad las que me dejan de algún modo insatisfecho. Hay autores que han envejecido mejor. Y también me hace ser suspicaz y pensar que tal vez su fama posterior también se deba a ese morbo que generan los artistas que murieron en la cumbre de su talento por mano propia. Muchos suicidas han hecho más por su carrera artística que todo lo que han creado. Y esto, pienso mientras miro los cientos de libros en las estanterias de la biblioteca que nunca tendré tiempo de leer al completo, no es bueno para el arte.
En cualquier caso y como siempre digo, no me hagan caso y juzguen por sí mismos. Este libro tiene sus lectores.

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