Un autor del romanticismo
alemán que se ganó su puesto en la literatura mundial muchos años
después de su muerte. Y es que a Heinrich von Kleist le debió hacer
bastante daño que un titán de las letras germanas como Goethe lo
fulminase con sus críticas despectivas. Y a pesar de los valores que
se le han descubierto años después a von Kleist me decanto más del
lado de Goethe que de sus muchos seguidores. Porque leyendo esta
colección de relatos descubro virtudes y defectos por igual pero son
sus defectos los que me retiran del placer de la literatura más de
lo que me acercan sus virtudes. Por supuesto es esta una opinión muy
subjetiva. Nada he leído del von Kleist dramaturgo pero en esta
colección de cuentos de Acantilado del año 2011 encuentro
romanticismo en el sentido más exagerado y exasperante de la
palabra. Demasiadas cartas mojadas de lágrimas, demasiados desmayos
masculinos o femeninos, demasiados milagros del lado de los
católicos(aunque tanto me da un lado que el otro, no me creo nada),
demasiados buenos buenísimos y malos malvadísimos, demasiados
demasiados cargados de eso, de Romanticismo exacerbado. Así
que todo aquel que disfrute de ese momento de la literatura a
principios del XIX tiene aquí el non plus ultra de las pasiones
cargando las tintas y hasta cargándose a algunos de esos personajes.
El que quiera algo más tranquilo se puede ir a parajes más
intelectuales como los del citado Goethe. Y no por ello dejo de
entender y apreciar un ritmo narrativo vertiginoso que en algunos
momentos me ha parecido precursor de muchas novelas modernas. Porque
si bien los dados a poner fechas y adjudicar etiquetas dicen que Poe
inventó el género negro yo veo en estas páginas mucho de eso antes
que el gran autor americano lo ensayase. Intrigas, gente buena que se
vuelve malvada(esto sí me hace descubrir el sombrero que no tengo
ante el autor) y una sucesión de eventos que hacen que ni una sola
página suponga un descanso. A veces creo que estoy asistiendo al
final de una historia y no he hecho más que comenzarla tal es el
grado de situaciones que aporta Kleist. Sus personajes no paran
quietos y los giros de las historias son frecuentes. Son las
resoluciones ingenuas, milagrosas o cargadas de emotividad las que me
dejan de algún modo insatisfecho. Hay autores que han envejecido
mejor. Y también me hace ser suspicaz y pensar que tal vez su fama
posterior también se deba a ese morbo que generan los artistas que
murieron en la cumbre de su talento por mano propia. Muchos suicidas
han hecho más por su carrera artística que todo lo que han creado.
Y esto, pienso mientras miro los cientos de libros en las estanterias
de la biblioteca que nunca tendré tiempo de leer al completo, no es
bueno para el arte.
En cualquier caso y como
siempre digo, no me hagan caso y juzguen por sí mismos. Este libro
tiene sus lectores.
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