lunes, 11 de febrero de 2013

Radio Ciudad Perdida

Es curioso, un libro escrito por un peruano traducido del inglés. Pero es que Daniel Alarcón vive desde los tres años en Norteamérica. Y se entiende y se aprecia leyendo sus frases cortas y secas cual Hemingway andino.
La historia sobre un niño que llega a una emisora dónde su locutora estrella lo acoge en su hogar, es también una historia de guerra o de post-guerra. De lo que sucede cuando la gente desaparece y deja vacíos y como le ocurre a la locutora, que "echaba de menos la persona que era" junto a su desaparecido compañero. La novela nos va mostrando en progresivo ascenso de la narración en círculos(muy típico en la narrativa contemporánea) fragmentos de la historia. Recurre al flashback frecuentemente hasta el punto que un simple despiste del lector puede llevarle de una historia del presente al pasado sin casi percibirlo. Pero el libro está perfectamente estructurado y no es fácil perderse. La prosa es limpia y poco complicada. Se avanza rápidamente por sus páginas gracias al buen ritmo de las oraciones.
Yo saqué el libro de los estantes de la biblioteca porque había leído buenas críticas. Lo tuve entre mis rodillas y leí dos largos capítulos para ver si merecía la pena tomarlo en préstamo. Nada menos que la revista Granta lo situaba entre los veinte mejores autores de su generación. Pero esos dos capítulos leídos en mi regazo no me acababan de hacer ver el escritor que era. Y pese a todo le dí una oportunidad. Y el libro va mejorando. Al menos le debo conceder que hay un perfecto crescendo. Va de menos a más. O al menos esa es la sensación que me queda. Pero está cargado de pegas para mi gusto. Y es que no consigo empatizar con sus personajes durante buena parte del libro. Su guerra es de mentira, ya lo dice Alarcón en una entrevista, es "para exagerar" y entender mejor una guerra. Pero de exageración nada. La realidad es más brutal que el paseo como de puntillas por el horror que hace Daniel Alarcón. Muchos le agradecerán que sea sutil y desde luego no se le puede reprochar pero lo cierto es que no encuentro nada que en manos de Vargas Llosa o García Márquez con el que se le compara no quede en evidencia. Está muy por debajo de estos titanes. Tiempo tiene de ir a más pero de momento el libro me deja la sensación de "todo correcto ¿y?". Todas las historias que hilvana forman un todo matemático que usando la tópica imagen, es como una maquinaria de relojeria. Pero agotada la pirotecnia de la sabiduria de escritor tengo que decir que a esta novela le falta el alma. Leí una crítica por la red que decía que era todo como de "plató de televisión" y no puedo estar más de acuerdo. Es como un cuento de horror edulcorado para niños, como echarle sacarina a la leche desnatada, como un filete de buena carne a la plancha y sin condimentos...
Si es un libro para el recuerdo no será para el de este bibliotecario que os lo comenta.

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