Es
curioso, un libro escrito por un peruano traducido del inglés. Pero
es que Daniel Alarcón vive desde los tres años en Norteamérica. Y
se entiende y se aprecia leyendo sus frases cortas y secas cual
Hemingway andino.
La
historia sobre un niño que llega a una emisora dónde su locutora
estrella lo acoge en su hogar, es también una historia de guerra o
de post-guerra. De lo que sucede cuando la gente desaparece y deja
vacíos y como le ocurre a la locutora, que "echaba de menos
la persona que era" junto a su desaparecido compañero. La
novela nos va mostrando en progresivo ascenso de la narración en
círculos(muy típico en la narrativa contemporánea) fragmentos de
la historia. Recurre al flashback frecuentemente hasta el punto que
un simple despiste del lector puede llevarle de una historia del
presente al pasado sin casi percibirlo. Pero el libro está
perfectamente estructurado y no es fácil perderse. La prosa es
limpia y poco complicada. Se avanza rápidamente por sus páginas
gracias al buen ritmo de las oraciones.
Yo
saqué el libro de los estantes de la biblioteca porque había leído
buenas críticas. Lo tuve entre mis rodillas y leí dos largos
capítulos para ver si merecía la pena tomarlo en préstamo. Nada
menos que la revista Granta lo situaba entre los veinte mejores
autores de su generación. Pero esos dos capítulos leídos en mi
regazo no me acababan de hacer ver el escritor que era. Y pese a todo
le dí una oportunidad. Y el libro va mejorando. Al menos le debo
conceder que hay un perfecto crescendo. Va de menos a más. O al
menos esa es la sensación que me queda. Pero está cargado de pegas
para mi gusto. Y es que no consigo empatizar con sus personajes
durante buena parte del libro. Su guerra es de mentira, ya lo dice
Alarcón en una entrevista, es "para exagerar" y entender
mejor una guerra. Pero de exageración nada. La realidad es más
brutal que el paseo como de puntillas por el horror que hace Daniel
Alarcón. Muchos le agradecerán que sea sutil y desde luego no se le
puede reprochar pero lo cierto es que no encuentro nada que en manos
de Vargas Llosa o García Márquez con el que se le compara no quede
en evidencia. Está muy por debajo de estos titanes. Tiempo tiene de
ir a más pero de momento el libro me deja la sensación de "todo
correcto ¿y?". Todas las historias que hilvana forman un todo
matemático que usando la tópica imagen, es como una maquinaria de
relojeria. Pero agotada la pirotecnia de la sabiduria de escritor
tengo que decir que a esta novela le falta el alma. Leí una crítica
por la red que decía que era todo como de "plató de
televisión" y no puedo estar más de acuerdo. Es como un cuento
de horror edulcorado para niños, como echarle sacarina a la leche
desnatada, como un filete de buena carne a la plancha y sin
condimentos...
Si
es un libro para el recuerdo no será para el de este bibliotecario
que os lo comenta.
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