lunes, 5 de noviembre de 2018

Las cosas que perdimos en el fuego




Mariana Enríquez, porteña, 1973, condenada a escribir sobre lo cotidiano que deviene en extraño y acaba en atroz. Y digo condenada porque encuentro que tradición no le falta. Cortázar, Silvina Ocampo, Borges, Bioy Casares, Ernesto Sábato son referentes que me vienen a la memoria cuando la leo. Y lo brillante de Mariana es que estas referencias son como ecos porque la comparación se esfuma a la que leo un cuento distinto y me cambia el paisaje y hasta los esquemas mentales que ya estaba construyendo.
En “Las cosas que perdimos en el fuego” nos encontramos con doce cuentos de terror actual. A ratos sobrenaturales y horribles, a ratos más reales y documentalistas que nuestra realidad (también me ha recordado a Selva Almada en su retrato del macho machista tan reconocible en Buenos Aires como en cualquier otro lugar del mundo, en su denuncia fría dejando que los hechos definan al personaje casi más que las palabras). En cuanto a su mente sí consigue una literatura de género de calidad. Y yo esto sí que lo celebro. Poder recomendar un libro de terror, ciencia ficción o pura fantasía que vuele tan alto como un libro más mainstream, más fácil de premiar en prestigiosos certámenes (prestigiosos pero a veces injustos o pactados). Claro que esta escritora ya viene probando las mieles del éxito desde hace tiempo. Público y premios, el dúo dinámico del paraíso de un escritor, están a su favor.
Así que me dejo llevar por estos cuentos que siempre comienzan relatándome sobre la realidad de un barrio bajo de Buenos aires, de la infancia de una chica y sus fiestas, de un guía que habla de asesinos en serie, de una estudiante que se arranca las uñas y el pelo, de unos policías corruptos que se aprovechan de los miserables de mil maneras, de un triste episodio de la historia argentina... y todos estos hechos reales o verosímiles devienen, cuando menos lo esperas, en terrores cotidianos de los que poco puedo escribir si no quiero destriparlos. A veces puedes creer que el hecho es sobrenatural pero a veces te deja pensando si sólo ha sucedido en la mente de la protagonista o en la nuestra. Porque también se maneja bien con lo sutil. Sus mejores cuentos son los que narran la acción fuera de campo. Creo que eso genera que el lector monte su propio cuento alternativo en la imaginación.
Todo esto no quiere decir que no haya una historia que quede tan abierta que parezca como esas estafas de escritores pedantes que no saben cómo terminar su historia y la dejan a medias. Mariana Enríquez hace su trabajo y se nota que lo que escribe nace de una necesidad real de ser contado.
Como sucede en cualquier antología unos te gustarán más que otros. Algunos incluso me han rozado el Stephen King: “Bajo el agua negra” o el atroz “El patio del vecino” (pero un Stephen King al que no le pagasen los libros a peso y hubiese recortado el noventa por ciento de sus páginas). Creo que Enríquez es lo suficientemente versátil como para darte relatos leves que sugieran más de lo que enseñan y otros que te lo dan casi todo.
Otra gran recomendación de mi amigo el bibliotecario José, cuyas palabras fueron “estoy cubriendo el hueco que tengo con la literatura escrita por mujeres”. Bien, si hubiese dicho femenina ya hubiese ido por mal camino.
Pero al final da igual, las escritoras y los escritores geniales escriben libros sin sexo. Son para todo el que los quiera disfrutar.

Nos miramos a los ojos. Yo le creía casi siempre. Una vez me había dicho que no entrara en la habitación de mi abuela porque ella estaba ahí, fumando. Mi abuela, nuestra abuela, llevaba diez años muerta. Le hice caso, no entré, pero sentí el olor penetrante de los habanitos que fumaba la abuela en el aire, aunque no había humo”

9 comentarios:

  1. Jo, S., lo pones tan bien, que me dan ganas de leerlo, y eso que ya sabes que no soy ni de cuentos ni de terror. :)

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  2. Ja,ja Dorotea, tú de momento lee lo que tengas en tu lista y si alguna vez te encuentras con un hueco sáltate tus hábitos. Saludos

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  3. S.: me pasa lo que a la mayoría de lectores, que me los salto muy a menudo y me encanta tomar ideas, por eso la lista nunca baja, jajaja. Un abrazo.

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  4. Nos miramos a los ojos. Yo le creía casi siempre. Una vez me había dicho que no entrara en la habitación de mi abuela porque ella estaba ahí, fumando. Mi abuela, nuestra abuela, llevaba diez años muerta. Le hice caso, no entré, pero sentí el olor penetrante de los habanitos que fumaba la abuela en el aire, aunque no había humo

    que mas podes decir
    toda una belleza de palabras
    me ha encantado

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  5. Y además es compatriota tuya, Recomenzar. Un beso

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  6. mM gustaria que me hicieras de tres entradas tu reseña. Me encanta como lo haces y acepto las criticas constructivas
    mil besosssssssssssss

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  7. La tengo en el punto de mira desde hace tiempo, y con esta estupenda crítica, la subo en mi lista de pendientes. Gracias por la reseña y muy buen blog (tienes un nuevo seguidor).

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    1. Gracias, Antonio. Espero que la disfrutes. Aunque como ya imaginarás no todos los libros son buenos para todo el mundo. Espero que al menos la reseña te de una idea de lo que vas a encontrar. Un saludo

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  8. Gracias por compartirla. Tendré en cuenta esta novela.

    Besos.

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