El alter ego de Richard Ford es sin
duda Frank Bascombe, su personaje más íntimo. El personaje de una trilogía algo
más que exitosa: El periodista deportivo,
El día de la independencia y acción de Gracias. Si no recuerdo mal leí hace
muchos años el segundo y creo que no estaba preparado para una literatura más
descriptiva que de acción. Pero años más
tarde, con más bagaje literario me quedé prendado con sus cuentos y sobre todo
con Canadá. Redescubrí a un autor al que ya le entendí la grandeza. Porque se
puede ser Shakespeare pero ni Shakespeare le gusta a todo el mundo. Y Richard
Ford imagino que tampoco.
Con ese pasado llego a “Francamente,
Frank”. Este supondría un epílogo a la trilogía de la que hablo. El personaje
tiene sesenta y ocho años. Un personaje jubilado y reflexivo.
Diría que son cuatro historias o
cuentos pero no hay historia. Se puede escribir sin narrar una historia y sin
embargo sentir que te han explicado algo. En la primera “historia” Frank visita
los restos de la casa de un tipo al que le vendió una casa que se le llevó un
huracán (curioso que lo he leído tan cerca de las noticias sobre estos
desastres del clima). En el segundo una señora le visita porque quiere ver la
casa en la que vivió cuando era niña y en la que ahora vive Frank. En otro
visita a su ex mujer Anne que tiene una enfermedad terminal y la vive en una
clínica de alto standing. Termina… Da igual. Ya ven que las historias no son de
suspense o acción precisamente. Pero la aventura mental del escritor sí me
interesa. Ese vistazo melancólico a lo que a todos nos espera (con suerte)
cuando empecemos a recoger las cosas de nuestro escritorio y empecemos a dejar
espacio a los que vienen detrás. Tal vez por eso me choca que la contracubierta
hable del sentido del humor de Richard. No es un libro con el que me haya reído
precisamente. En ocasiones he sonreído mentalmente pero esto es más una
reflexión sobre la humanidad (ver su interesante reflexión sobre lo innecesario
de tener muchos amigos y de lo sobrevalorada que está esta amistad). Parece un
libro de Domingo, sofá y té. Pero también es buena literatura. Porque habla de
temas eternos como las relaciones de pareja, la citada amistad, nuestro rápido
paso por la tierra… Todo eso sin alardes ni excesos. Con su habitual estilo sin
adornos. Seco pero directo como mucha de la literatura americana. Y sin embargo
con un estilo fácilmente distinguible.
No consumir en caso de bajón.
“–
Creo que ya es hora de que te vayas.
Anne abre los ojos desmesuradamente, pero no mueve los pies.
-
Lo sé- digo.
No hay necesidad de tocar, besar, abrazar. Pero lo hago de todos modos.
Es nuestro último fetiche. El amor no es otra cosa, al fin y al cabo, que una
interminable serie de actos individuales.” Pág. 166
Una buena literatura de domingo y té
ResponderEliminarEstoy tratando de leer más Me cuesta....y úun no sé porqué .... Hago investigaciones leyendo pero no soporto leer novelas o cuentos de fantasias.
No me puedo concentrar
Gracias querido
por la magia de tus palabras en mi blog.
Vos si que tenes magia tus escritos personales me encantan
Seguro que hay libros que te gustarán tanto que dejará de ser un esfuerzo lo de leer. Si no te gusta la fantasía abandónala. Con tantos libros no tiene sentido obligarse a leer algo que nos cuesta. Gracias por tu comentario.
ResponderEliminarHe oído y leído maravillas sobre Richard Ford y sin embargo nunca he tenido la tentación de acercarme a sus libros. Quién sabe si un día cae algo en mis manos y ya no puedo abandonarlo. Aún así, me encanta leer tus reseñas, con ellas me dan ganas de leer casi todo y este no es una excepción.
ResponderEliminarUn abrazo.
Todo el mundo habla tan bien de él que a lo mejor... Pero bueno, este es de los más exitosos que he reseñado por aquí. Sigo prefiriendo a gente como McEwan y algunos-as otros-as pero en sus buenos momentos es un gran escritor. Y en sus malos momentos no llega a ser mediocre. Un abrazo
ResponderEliminarBuenas tardes Sergio.
ResponderEliminarHe pasado de refilon por aqui, y he leido lo arriba escrito por ti.
Me ha llamado la atención esa frase tuya en la que dices.. " (ver su interesante reflexión sobre lo innecesario de tener muchos amigos y de lo sobrevalorada que está esta amistad)".
En lo de tener muchos amigos estoy totalmente de acuerdo,¿pero, sobrevalorada la amistad?,¿Con ese pensamiento y en la longitud del tiempo no crees que llegaremos a una sociedad como la japonesa?. Todo está bien en su medida, ¿no crees?. Opino que el se humano necesita dialogar con otros, interrelacionar física y psicologicamente sin tener que hacer uso de profesionales.
Concretando y no se porque quiero hacerte reflexionar, me parece una afirmación extremadamente rotunda y peligrosa.
Aprovecho para enviarte un saludo.
Sí, la reflexión que hace el autor es ciertamente jugosa. No mitifica la amistad y creo que alude a que ciertos lazos afectivos esconden intereses nada emotivos. Pero no creo que desprecie la amistad. Es más bien que a su edad de jubilado, cierta gente parece ir desprendiéndose de todo. Pero él sigue quedando con personas a las que aprecia durante el libro. Más seleccionadas, eso sí.
EliminarEn cualquier caso yo no tengo nada contra la amistad. Estoy de acuerdo contigo en lo que dices, que tendemos a una sociedad como la japonesa. Todos esos hikikomoris que viven encerrados en su cuarto demuestran el tipo de sociedad al que podemos dirigirnos. Y al igual que a ti, no me gusta. Necesito estar sólo regularmente pero tampoco podría prescindir de los míos siempre o hablar únicamente con profesionales. Equilibrio como bien propones. O más bien hacer lo que te vaya bien a ti y a tus necesidades. Unos necesitan un espacio y otros... otro. Pero lo dicho. Los amigos a granel no son mi ideal de vida. Saludos.
Pero la aventura mental del escritor sí me interesa.
ResponderEliminarMe has dejado pensando....
Maravilloso muchacho!!! y te pregunto
cuales mi aventura mental como blogger?