Es la cuarta
entrega de la saga de novelas del personaje Quirke, investigador
enamoradizo, bebedor y fumador compulsivo. Es la quinta entrega de
novelas firmadas con el seudónimo Benjamin Black para el escritor
John Banville(actualmente hay una entrega más de este mismo año).
Este seudónimo(B.Black), lo usa el escritor para distanciarse de su
literatura mainstrean en contraposición a la literatura de género
negro que utiliza en este libro que nos ocupa. Pero se llame como se
llame el estilo, Banville siempre está ahí. Detallista, amigo de
los retratos psicológicos profundos y de las reflexiones
entretenidas e interesantes, de la prosa atildada, de la aventura del
pensamiento por encima de la anécdota.
En la novela
que me ocupa encuentro algunos detalles que respetan el canon de
novela negra y sus artificios. Aproximadamente. Hay un crimen sobre
el que investigar, hay una mujer fatal pero no tanto, hay un poco de
sexo para el protagonista, un mucho de alcohol y tabaco, alguna
escena de tortura(que aquí está fuera de plano pero la imaginación
está para eso, para montar lo que no se muestra), algunas posturas
amargas del personaje principal ante este mundo dónde en la
superficie todo es hermoso como en un parque dónde la gente retoza
en la hierba y sin embargo, en lo profundo del lago, hay peces
devorando a otros, fango, oscuridad... (idea que apunto de memoria y
que se le ocurre a uno de los malvados de la historia). Por todo eso
y porque estamos en los años cincuenta podemos decir que esto es
género negro y que eso justifica que el escritor se cambie el nombre
y juegue con nosotros a ser ese otro que quiere ser. Según Banville,
a su seudónimo se le ocurren más historias y más rápido que a su
yo de literatura mainstrean. Yo creo que además le debe dar más
dinero. Y no solo eso. No es lo mismo recrear una historia de cero e
inventar un mundo de la nada que seguir con la misma historia y con
un personaje al que ya conoces. El mundo de Quirke ya está trabajado
en historias anteriores. Ahora sólo se trata de darle algún crimen
para investigar y me imagino que poco más. Y se nota. Porque no sé
si seré yo pero en esta novela le veo menos fuerza a todo el
invento, como si estuviera el piloto automático puesto. La novela la
leí en cuatro días que es un tempo medio para mí, ni muy rápido
ni muy lento. Significa esto que me ha gustado, me ha entretenido en
el buen sentido de la palabra. Pero también significa que no me he
parado demasiado a observar el paisaje ni a recrearme con las frases
Banville porque no me ha parecido especialmente relevante. A Quirke
se le ha ido un poco el gas. O mejor dicho a Benjamín Black.
Y eso sin
contar con el gran problema que le veo a un escritor que se mete en
terreno ajeno. Que no lo domina tan bien como cree. No en este caso.
Para mí sigue siendo Banville en sus buenos momentos y algunas
críticas que he leído por la red confirman mi sospecha. Los amantes
de la novela negra no serán los mejores admiradores de su
investigador. Le falta acción a la historia. Y es en esto dónde se
salta las leyes del género que más triunfa ahora(al menos en mi
país).
Yo puedo
leerlo con placer de lector no especializado en este género(creo que
es el único al que me he resistido toda mi vida y ya voy entrando,
por fin). Leídos otros colegas suyos de novela negra tengo que decir
que si bien algunos escriben peor tienen cierta fascinación derivada
de su buen ritmo o su buena capacidad para inventar historias. Y es
que este libro triunfa en el estilo pero fracasa en la anécdota. No
es que cuente poco, es que lo que cuenta excluye casi totalmente la
acción así que tu decides. Depende del tipo de lector que seas,
omnívoro o especializado en noir, te gustará más o menos. Si le
das a todo, adelante.
Aunque ya
puestos Banville, en caso de no haberlo leído, da mucho más juego
que Benjamín Black.
Benjamín Black me encanta!!! Me he leído casi todos sus libros...
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BEP