miércoles, 30 de agosto de 2017

Pesadilla en rosa



El detective Travis McGee emprende unos de sus veintiún casos. Habrán sido más pero estas son las novelas publicadas por John D. MacDonald, su autor, sobre este detective tan caballeroso y sensible con las mujeres (en la medida en que había caballeros en los años sesenta que es cuando se escribió “Pesadilla en rosa”, segunda parte de la saga aunque como suele pasar en la novela negra, se pueden leer de modo independiente).
Con el verano me dedico de nuevo a la novela de género y evasión para que las vacaciones también lo parezcan más. Aunque lo cierto es que con lo descansado que voy podría meterme mejor en sesudos estudios sobre el alma humana. Sea como sea, el niño que llevo dentro regresa en verano y me recuerda que yo leía ciencia ficción, terror y en los últimos años carretadas de novela negra.
Las que saca “Libros del asteroide” me decepcionan entre nada y nunca. Esta editorial ya me tiene entregadas varias alegrías que a veces no sabes si es género negro o mero suspense pero que están muy bien escritas. Martin Suter o George V. Higgins o Rafael Bernal ya me dejaron un magnífico sabor de pupilas. Tengo recuerdos muy satisfactorios de esas lecturas (varios libros de cada autor).
Con este autor sigo manteniendo la esperanza en el género. La sinopsis es de manual. Detective se ausenta de su hogar habitual (Florida en este caso) porque un antiguo compañero de armas al que le debe la vida le llama por un favor. Allí se encontrará con Nina, la hermana de su amigo. El prometido de esta acaba de morir en extrañas circunstancias. Resulta que el tipo había encontrado irregularidades en la contabilidad de su empresa. Y luego… ya se liará.
Pero lo que llama la atención de este escritor es que se entretiene más reflexionando sobre cómo son ciertos tipos de hombres y ciertos tipos de mujeres que investigando. De ahí que sea un escritor de género que escribe como mainstrean, o esa es la impresión que me ha quedado. Se  relaciona con mujeres con un respeto muy poco habitual en los hombres de su generación y no digamos en los detectives solitarios de novela barata. Se enamora de ellas o ellas de él. Aunque no tiene mucha suerte en el amor. Imagino que al final ganaba la fórmula y había que ampliar la pasarela de féminas que pasasen por esta saga de veintiún libros. Buscar excusas para que el personaje no se casase. Aunque ganas no parecen faltarle.
Cuando estás acostumbrado a ese ritmo de reflexión y de ironía que no llega ni de lejos al de Raymond Charles (todos beben de este pero es inalcanzable) pero entretiene para bien, también es capaz de meter a su personaje en una situación complicada. No diré cómo le va pero recordad que es fuerte, guapo y le quedan diecinueve novelas de vida ficticia por delante. Estas cosas son así. No importa el qué si no el cómo. ¿Saldrá de sus aprietos? ¿Le irá bien con la encantadora muchacha que se queda colgada de su capacidad para escucharla? Sí, lo sabemos. Pero se lee sin aburrir.

P.D. Los detractores no disfrutan con sus reflexiones sobre los sexos ni con su mala suerte en el amor. Tampoco con su ritmo inicialmente lento (no es lento, es que escribe sobre sus pensamientos y no sobre el caso) Va a gustos, supongo. Avisados-as quedáis. 

domingo, 13 de agosto de 2017

Control de transmisión



Siguiendo con mi relajación estival he probado ahora con la ciencia ficción. Sí, de la hard, pero como he leído mucho de esta no pensé que me resultase un gran esfuerzo mental. Lo que demuestra que no soy adivino. Chris Moriarty, una autora de nombre ambiguo para mí (conozco tantos Chris como tantas Chris), despliega un mundo increíblemente original, cargado de ciencia bien documentada, con escenas en lugares futuros exóticos y… terriblemente decepcionante.
Porque el argumento es casi todo lo que he sacado en claro del asunto. Arkady, un clon con conciencia miembro de una organización o bando llamado el Sindicato se pasa al bando de Israel. Este clon tiene un arma que puede borrar a toda la humanidad del mapa. Pero Israel no se traga el asunto, reza la sinopsis, y lo vende al mejor postor. Por otro lado tenemos el Frente para  la Emancipación de la Vida Artificial que envía la comandante Catherine Li que fue expulsada de la Fuerzas por las Paz por crímenes de Guerra(hay otro volumen anterior pero no es necesario ni lo será porque yo paso de este mundo). Está enlazada a una IA que ha vivido múltiples vidas. Esquizofrenia de los humanos del futuro, una tierra maltrecha por efecto de estos, la metáfora del conflicto israelí-palestino contra el de los humanos-trashúmanos o humanos artificiales. Montones de ideas maravillosas de las que me voy desconectando porque el atracón de libros que la autora nos recomienda al final del tocho que nos ocupa, se inmiscuyen demasiado en la narración. Hay más datos que literatura y eso pasa factura. Los personajes no tienen ningún perfil determinado, son arquetípicos. Escribe de una manera tan farragosa que sientes que cuesta avanzar, es como un polvorón que se te atasca en la garganta y solo pasará con agua o te matará de asfixia. Pero aquí no hay agua que te lo pase. Es un magnífico ejemplo de cómo no vale tener buenas ideas si no sabes desarrollarlas con arte. No me importa el premio con el que cuenta, el Phillip K. Dick. No me lo creo. Me la comparan con Alastair Reynolds o Richard K. Morgan pero no resiste esas comparaciones.
Pocas veces he estado tan cerca de abandonar un libro. Pasaba páginas y notaba que leía con el piloto automático, no prestaba atención y me sentía como un espectador del último “Twin peaks” o como la víctima de una insolación, desorientado y al borde de una lipotimia. Y pocas veces también me cebo así con una novela.
Claro que le puedo ver algo positivo. Ocasionalmente nos explica interesantes datos científicos sobre las hormigas o sobre la biocomplejidad, los marines y todo lo que se ha leído esta voluntariosa escritora pero más parece la carpeta de documentación para escribir algo que ese algo propiamente escrito. Cuando llega la acción me importa bien poco. Ni siquiera estoy seguro de entender los motivos de ambos bandos. Y claro, no me implico.
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Un mal paso este verano no tiene por qué sacarme del objetivo de leer buenas historias. Seguiré en algún otro lugar con alguien que entienda lo que es la literatura de género.