Se supone
que es una novela. Te la venden así. O te la llevas así de la
biblioteca, como un documento. Y me parece magnífico porque así
puedo coger más documentos. Pero eso no evita que al terminar de
leerla tenga la sensación de que haya leído dos historias
distintas, cada una de las cuales con un título distinto. La
primera novela sería "Amor en Venecia". Luminosa. Con
historia de amor y sexo. Con alegría y euforia y fiestas y
exposiciones de arte y mucho glamour. Con cocaína y gastos
desmesurados en vestuario, cortes de pelo e imagen. Con humor.
La segunda
historia o novela sería "Muerte en Benarés" con mucha
pobreza, situaciones estrambóticas y ninguna historia de amor(o
puede que sí pero desenfocadas y como en segundo plano). Con
situaciones sórdidas, escatológicas. Con alguna que otra revelación
espiritual(si quieres verlo así o ponerte en el lugar del
personaje). Con un cambio de valores que contrasta vívamente con el
de la primera novela. Con humor.
Y sí, ya
veo las objeciones. Después de todo sí hay una novela. Tal vez una
única historia que nos pinta dos retratos opuestos, uno de Oriente y
otro de Occidente, para que hagamos nuestras comparaciones. Una
historia en la que el chiste fácil o difícil está a la vuelta de
cada página. Porque si hay algo de inglés en este libro es la
ironía. Y eso es lo que más unifica el conjunto. El estilo
humorístico del escritor. Y puede que el hecho de que al final no se
trate de una novela al uso. Porque no ocurre prácticamente nada. Hay
anécdotas, el enamoramiento parece que se perciba como una historia
y la base de todo pero luego se difumina en otros asuntos.
Definitivamente esta es otra novela que no se puede recomendar a todo
el mundo. Es un nuevo ejercicio de estilo de esos tan habituales hoy
en día dónde la ficción y la realidad se difuminan más que nunca.
En este caso, creo, un ejercicio logrado. Al menos por las sonrisas
que ha logrado en mí(no carcajadas pero sí sonrisas satisfechas y
como de reconocimiento ante alguna verdad íntima).
Confieso que
lo saqué de la biblioteca porque alguien me dijo que leyendo a Geoff
Dyer se había acordado de mí, o mejor dicho de mi escritura. Yo no
soy un escritor. No uno profesional desde luego y hay muchas
distancias que salvar aquí. Pero lo cierto es que al leer a Dyer me
identifico plenamente con su estilo. Es como mi alma gemela. No puede
evitar hacer la gracia incluso en el peor de los casos. Es como si
para no mirar directamente al mundo nos pusiéramos una máscara de
payaso y nos amparásemos en la risa. Y bien, apunto este motivo
porque aviso a todos los que entren en las páginas de este libro que
el que aquí lo critica no puede ser objetivo con su alma gemela. Me
ha gustado mucho porque me ha recordado a mí mismo. No se si puede
haber motivo más mezquino para criticar positivamente a un escritor.
Su última
novela es “Yoga para los que pasan del yoga”. Como en la que he
reseñado, imagino que habrá de todo. Una novela que no es novela y
que se mezcla con el ensayo, que mezcla la ficción con la
realidad... y en la que habrá mucho humor.