lunes, 22 de julio de 2013

Libertad

Si buscamos opiniones sobre esta novela veremos apasionadas críticas a favor y enconadas diatribas en contra. ¿Por qué tan poco equilibrio en las opiniones? Supongo, y es sólo una teoría improvisada, que es una novela que se sitúa claramente en un terreno muy específico de la literatura. Es una novela de la psicología, de la lentitud del medio literario frente a la velocidad y el vértigo de la televisión o el cine actual. Es una novela para pacientes o muy leídos. No lo es para gente que necesite una sorpresa desde la primera página. Sin ir más lejos yo leí su primera mitad pensando que Franzen había "pinchado", que no era tan buena ni de lejos como su otra obra maestra que es "Las correcciones" y que aprovecho para recomendar como monumento literario supremo o casi. Desde luego en "Las correcciones" había más sentido del humor que aquí dónde vemos las tragedias de unos personajes que ven cómo sus ideales y sus sueños se van transformando cuando se estrellan contra el muro de la realidad y la experiencia.
Franzen se sentó durante diez años sin prisa pero sin pausa para escribir su segunda gran novela americana y para seguir siendo fiel a su ideal de literatura del esfuerzo. Una gran parte de la novela es una presentación de los personajes de una familia norteamericana. La infancia de los padres y los hijos, sus traumas, sus anécdotas, sus ideas, sus diferencias... El último tercio de la novela, cuando ya conoces tan bien a esos personajes que los confundes con tu familia, empiezan a sucederles hechos que precisamente porque te son tan cercanos, te sorprenden y te implican.
Todos los personajes evolucionan de una manera natural en el transcurrir de la historia. Todos ven más o menos derribadas sus convicciones más absolutas. Todos sufren humillaciones cotidianas. Todos son creíbles. Debo decir que Connie, una secundaria que no he visto reseñada por ninguna opinión, me sorprendió como adolescente sumisa enamorada hasta lo patológico de su novio. Conocí a una chica tan parecida a ella que a veces he leído el libro como si yo, en caso de ser un buen escritor, lo estuviera escribiendo. Escalofriante ver cómo los seres humanos de un lugar tan lejano para mí como Norteamérica(vivo en Barcelona) pueden repetirse y resultar tan iguales. Y digo escalofriante porque estas cosas suspenden momentáneamente tu idea de que existe el libre albedrío. O de que eres único. Pero luego entiendes que si bien nos parecemos, todos somos distintos. Y hasta te reconforta ver cómo cualquier problema que puedas padecer en la vida lo está padeciendo alguien del mismo modo y que además siente y piensa como tú. Leyendo los personajes de Franzen es difícil que no encuentres alguno que te recuerde hasta en el modo de hablar a un conocido tuyo.
Cuando un novelista hace bien su trabajo y te engaña apropiadamente no sientes que leas una novela sino más bien un ensayo. O te introduce en la historia para que trates de tú a tú con sus personajes.
Así que... ¿Recomendable? Detesto esa cuestión. Si quieres algo rápido huye. Si eres paciente has de saber que la recompensa llegará.
Yo ya no olvidaré a esa mujer que se casó con un hombre porque no consiguió a su amigo pero que a fin de cuentas entiende que los deseos también se equivocan. O a ese hombre bueno expuesto a los malos que necesita amor para seguir siendo bueno. O a su hijo sin ideales en proceso de conseguirlos. O a su nuera enferma de amor. O a su hija cínica. O a Richard, el seductor aburrido por exceso de placer y vida. O a... Bueno, son 667 páginas para ir descubriéndolos. No es nada que no se haya contado antes pero sí es algo que rara vez se cuenta con tanto detalle.
Brillante.