Alan Bennet es actor,
escritor de obras de teatro, guiones de cine y de pequeñas
novelas(en tamaño) como esta. Se le ve lo inglés por el sentido del
humor sutil e irónico. Es querido por los suyos y por los de fuera.
Tal vez por eso no puedo ponerle muchos peros a este libro salvo lo
del tamaño que me ha llevado a leerlo esta mañana, en un rato,
antes de comer. Un rato agradable y tranquilo mientras este pequeño
libro de signatura N Ben en la biblioteca me hacía reflexionar más
allá de la anécdota del matrimonio que regresa de la ópera y se
encuentra su casa desvalijada escrupulosamente(no han dejado ni el
papel higiénico). Todo esto llevará a una serie de circunstancias
con giro final tan inesperado que incluso avisando no creo que nadie
lo pueda deducir y a un aprendizaje de los personajes, una
evolución(al menos por parte de alguno de ellos). En la
contracubierta lo dice, es un relato corto publicado en un volumen,
en su solitario esplendor. Bien, creo que sería más aprovechado
hacer un volumen con cuatro novelitas de Bennet pero supongo que eso
no reportaría tantos beneficios. Aún así no se dejen desencantar
por la brevedad. A veces menos es más. Y este escritor dice lo justo
y lo necesario. Como breve seré yo. Bennet siempre es interesante.
martes, 12 de febrero de 2013
lunes, 11 de febrero de 2013
Radio Ciudad Perdida
Es
curioso, un libro escrito por un peruano traducido del inglés. Pero
es que Daniel Alarcón vive desde los tres años en Norteamérica. Y
se entiende y se aprecia leyendo sus frases cortas y secas cual
Hemingway andino.
La
historia sobre un niño que llega a una emisora dónde su locutora
estrella lo acoge en su hogar, es también una historia de guerra o
de post-guerra. De lo que sucede cuando la gente desaparece y deja
vacíos y como le ocurre a la locutora, que "echaba de menos
la persona que era" junto a su desaparecido compañero. La
novela nos va mostrando en progresivo ascenso de la narración en
círculos(muy típico en la narrativa contemporánea) fragmentos de
la historia. Recurre al flashback frecuentemente hasta el punto que
un simple despiste del lector puede llevarle de una historia del
presente al pasado sin casi percibirlo. Pero el libro está
perfectamente estructurado y no es fácil perderse. La prosa es
limpia y poco complicada. Se avanza rápidamente por sus páginas
gracias al buen ritmo de las oraciones.
Yo
saqué el libro de los estantes de la biblioteca porque había leído
buenas críticas. Lo tuve entre mis rodillas y leí dos largos
capítulos para ver si merecía la pena tomarlo en préstamo. Nada
menos que la revista Granta lo situaba entre los veinte mejores
autores de su generación. Pero esos dos capítulos leídos en mi
regazo no me acababan de hacer ver el escritor que era. Y pese a todo
le dí una oportunidad. Y el libro va mejorando. Al menos le debo
conceder que hay un perfecto crescendo. Va de menos a más. O al
menos esa es la sensación que me queda. Pero está cargado de pegas
para mi gusto. Y es que no consigo empatizar con sus personajes
durante buena parte del libro. Su guerra es de mentira, ya lo dice
Alarcón en una entrevista, es "para exagerar" y entender
mejor una guerra. Pero de exageración nada. La realidad es más
brutal que el paseo como de puntillas por el horror que hace Daniel
Alarcón. Muchos le agradecerán que sea sutil y desde luego no se le
puede reprochar pero lo cierto es que no encuentro nada que en manos
de Vargas Llosa o García Márquez con el que se le compara no quede
en evidencia. Está muy por debajo de estos titanes. Tiempo tiene de
ir a más pero de momento el libro me deja la sensación de "todo
correcto ¿y?". Todas las historias que hilvana forman un todo
matemático que usando la tópica imagen, es como una maquinaria de
relojeria. Pero agotada la pirotecnia de la sabiduria de escritor
tengo que decir que a esta novela le falta el alma. Leí una crítica
por la red que decía que era todo como de "plató de
televisión" y no puedo estar más de acuerdo. Es como un cuento
de horror edulcorado para niños, como echarle sacarina a la leche
desnatada, como un filete de buena carne a la plancha y sin
condimentos...
Si
es un libro para el recuerdo no será para el de este bibliotecario
que os lo comenta.
sábado, 9 de febrero de 2013
La amante de Bolzano
Sándor
Márai escribió este libro unos tres años antes de "La mujer
justa"(probablemente esta última su obra maestra). Pero la
estructura de este libro ya venía anunciada por "La amante de
Bolzano". En realidad por casi cualquiera de sus libros salvo
los de memorias que aún tengo esperándome en algún lugar de esta
infinita biblioteca. Y es que este escritor húngaro escribió
siempre la misma novela. Y lo que sería una mala crítica en casi
cualquiera no lo es del todo aquí. Porque Márai nunca aburre aún
usando el mismo argumento una vez sí, otra también. Cais siempre
hay un trío. A veces "un hombre que ama y otro que es amado"
y una mujer en el centro de esas pasiones. Casi siempre nos muestra
los tres puntos de vista. Casi siempre vemos que los tres puntos de
vista hablan y razonan y piensan como el autor, a través de
larguísimos y minuciosos monólogos que giran sobre la misma tesis
y que van aportando pequeñas pistas sobre la historia con las que
deduciremos los hechos pero nunca los veremos del todo. Un estilo de
literatura de lo obsesivo que me recuerda al posterior Javier Marías
en España o al austríaco Thomas Bernhardt si bien los temas de cada
uno de estos autores son otros.
Aquí
el personaje es Casanova. Se enfrenta a una antigua amante que bien
podría ser la horma de su seductor zapato y al marido de esta. Y con
argumento tan sencillo iremos aprendiendo sobre el amor, sobre la
pasión, los celos, las venganza, el odio... Lo de siempre pero
narrado con tanta fuerza y tanta convicción que a duras penas yo,
que tanto he leído, pude abandonar el libro. Como siempre, sé
cuando abriré la novela pero no cuando la cerraré porque su estilo
es hipnótico. Te aturde poetizando y reflexionando a la vez sobre
los sentimientos más profundos del alma y aunque sea más de lo
mismo si le has leído antes no te importa que así sea. Cada pocos
párrrafos me veo obligado a subrayar. Aunque sus tesis nunca sean
nuevas:
"Eso
es lo maravilloso de las mujeres:son capaces de llevar a cabo
verdaderas hazañas cuando aman a alguien".
¿Alguna
pega? Pues ninguna a nivel técnico. Otra cosa es que me convenza lo
mucho que Márai le exigía a sus personajes. Y es que la voz sumisa
al principio de esa Francesca que se le declara a Casanova es
excesiva como ya lo era la loa a la amistad de "El último
encuentro", perfectos catálogos de cosas que le pedimos al amor
o a la amistad o a cualquier pasión pero absolutamente exageradas y
difíciles de llevar a cabo por nadie. Duro que nadie ame como sus
personajes. Y si lo hacen debe ser más por una afección mental que
por motivos dignos de aplauso.
Pero
no importa porque la suspensión de credulidad está asegurada si te
dejas envolver por ese desgranar de lirismo, por ese modo de exprimir
la teoría hasta las últimas consecuencias.
Sándor
Márai es uno de los mejores científicos que ha dado el estudio del
alma humana (o de sus pasiones). Creo que casi cualquiera de sus
libros es altamente recomendable. Difícilmente se les puede admirar
como menos que maravillas de la literatura.
martes, 5 de febrero de 2013
Relatos completos
Un autor del romanticismo
alemán que se ganó su puesto en la literatura mundial muchos años
después de su muerte. Y es que a Heinrich von Kleist le debió hacer
bastante daño que un titán de las letras germanas como Goethe lo
fulminase con sus críticas despectivas. Y a pesar de los valores que
se le han descubierto años después a von Kleist me decanto más del
lado de Goethe que de sus muchos seguidores. Porque leyendo esta
colección de relatos descubro virtudes y defectos por igual pero son
sus defectos los que me retiran del placer de la literatura más de
lo que me acercan sus virtudes. Por supuesto es esta una opinión muy
subjetiva. Nada he leído del von Kleist dramaturgo pero en esta
colección de cuentos de Acantilado del año 2011 encuentro
romanticismo en el sentido más exagerado y exasperante de la
palabra. Demasiadas cartas mojadas de lágrimas, demasiados desmayos
masculinos o femeninos, demasiados milagros del lado de los
católicos(aunque tanto me da un lado que el otro, no me creo nada),
demasiados buenos buenísimos y malos malvadísimos, demasiados
demasiados cargados de eso, de Romanticismo exacerbado. Así
que todo aquel que disfrute de ese momento de la literatura a
principios del XIX tiene aquí el non plus ultra de las pasiones
cargando las tintas y hasta cargándose a algunos de esos personajes.
El que quiera algo más tranquilo se puede ir a parajes más
intelectuales como los del citado Goethe. Y no por ello dejo de
entender y apreciar un ritmo narrativo vertiginoso que en algunos
momentos me ha parecido precursor de muchas novelas modernas. Porque
si bien los dados a poner fechas y adjudicar etiquetas dicen que Poe
inventó el género negro yo veo en estas páginas mucho de eso antes
que el gran autor americano lo ensayase. Intrigas, gente buena que se
vuelve malvada(esto sí me hace descubrir el sombrero que no tengo
ante el autor) y una sucesión de eventos que hacen que ni una sola
página suponga un descanso. A veces creo que estoy asistiendo al
final de una historia y no he hecho más que comenzarla tal es el
grado de situaciones que aporta Kleist. Sus personajes no paran
quietos y los giros de las historias son frecuentes. Son las
resoluciones ingenuas, milagrosas o cargadas de emotividad las que me
dejan de algún modo insatisfecho. Hay autores que han envejecido
mejor. Y también me hace ser suspicaz y pensar que tal vez su fama
posterior también se deba a ese morbo que generan los artistas que
murieron en la cumbre de su talento por mano propia. Muchos suicidas
han hecho más por su carrera artística que todo lo que han creado.
Y esto, pienso mientras miro los cientos de libros en las estanterias
de la biblioteca que nunca tendré tiempo de leer al completo, no es
bueno para el arte.
En cualquier caso y como
siempre digo, no me hagan caso y juzguen por sí mismos. Este libro
tiene sus lectores.
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