martes, 12 de febrero de 2013

Con lo puesto

Alan Bennet es actor, escritor de obras de teatro, guiones de cine y de pequeñas novelas(en tamaño) como esta. Se le ve lo inglés por el sentido del humor sutil e irónico. Es querido por los suyos y por los de fuera. Tal vez por eso no puedo ponerle muchos peros a este libro salvo lo del tamaño que me ha llevado a leerlo esta mañana, en un rato, antes de comer. Un rato agradable y tranquilo mientras este pequeño libro de signatura N Ben en la biblioteca me hacía reflexionar más allá de la anécdota del matrimonio que regresa de la ópera y se encuentra su casa desvalijada escrupulosamente(no han dejado ni el papel higiénico). Todo esto llevará a una serie de circunstancias con giro final tan inesperado que incluso avisando no creo que nadie lo pueda deducir y a un aprendizaje de los personajes, una evolución(al menos por parte de alguno de ellos). En la contracubierta lo dice, es un relato corto publicado en un volumen, en su solitario esplendor. Bien, creo que sería más aprovechado hacer un volumen con cuatro novelitas de Bennet pero supongo que eso no reportaría tantos beneficios. Aún así no se dejen desencantar por la brevedad. A veces menos es más. Y este escritor dice lo justo y lo necesario. Como breve seré yo. Bennet siempre es interesante.

lunes, 11 de febrero de 2013

Radio Ciudad Perdida

Es curioso, un libro escrito por un peruano traducido del inglés. Pero es que Daniel Alarcón vive desde los tres años en Norteamérica. Y se entiende y se aprecia leyendo sus frases cortas y secas cual Hemingway andino.
La historia sobre un niño que llega a una emisora dónde su locutora estrella lo acoge en su hogar, es también una historia de guerra o de post-guerra. De lo que sucede cuando la gente desaparece y deja vacíos y como le ocurre a la locutora, que "echaba de menos la persona que era" junto a su desaparecido compañero. La novela nos va mostrando en progresivo ascenso de la narración en círculos(muy típico en la narrativa contemporánea) fragmentos de la historia. Recurre al flashback frecuentemente hasta el punto que un simple despiste del lector puede llevarle de una historia del presente al pasado sin casi percibirlo. Pero el libro está perfectamente estructurado y no es fácil perderse. La prosa es limpia y poco complicada. Se avanza rápidamente por sus páginas gracias al buen ritmo de las oraciones.
Yo saqué el libro de los estantes de la biblioteca porque había leído buenas críticas. Lo tuve entre mis rodillas y leí dos largos capítulos para ver si merecía la pena tomarlo en préstamo. Nada menos que la revista Granta lo situaba entre los veinte mejores autores de su generación. Pero esos dos capítulos leídos en mi regazo no me acababan de hacer ver el escritor que era. Y pese a todo le dí una oportunidad. Y el libro va mejorando. Al menos le debo conceder que hay un perfecto crescendo. Va de menos a más. O al menos esa es la sensación que me queda. Pero está cargado de pegas para mi gusto. Y es que no consigo empatizar con sus personajes durante buena parte del libro. Su guerra es de mentira, ya lo dice Alarcón en una entrevista, es "para exagerar" y entender mejor una guerra. Pero de exageración nada. La realidad es más brutal que el paseo como de puntillas por el horror que hace Daniel Alarcón. Muchos le agradecerán que sea sutil y desde luego no se le puede reprochar pero lo cierto es que no encuentro nada que en manos de Vargas Llosa o García Márquez con el que se le compara no quede en evidencia. Está muy por debajo de estos titanes. Tiempo tiene de ir a más pero de momento el libro me deja la sensación de "todo correcto ¿y?". Todas las historias que hilvana forman un todo matemático que usando la tópica imagen, es como una maquinaria de relojeria. Pero agotada la pirotecnia de la sabiduria de escritor tengo que decir que a esta novela le falta el alma. Leí una crítica por la red que decía que era todo como de "plató de televisión" y no puedo estar más de acuerdo. Es como un cuento de horror edulcorado para niños, como echarle sacarina a la leche desnatada, como un filete de buena carne a la plancha y sin condimentos...
Si es un libro para el recuerdo no será para el de este bibliotecario que os lo comenta.

sábado, 9 de febrero de 2013

La amante de Bolzano

Sándor Márai escribió este libro unos tres años antes de "La mujer justa"(probablemente esta última su obra maestra). Pero la estructura de este libro ya venía anunciada por "La amante de Bolzano". En realidad por casi cualquiera de sus libros salvo los de memorias que aún tengo esperándome en algún lugar de esta infinita biblioteca. Y es que este escritor húngaro escribió siempre la misma novela. Y lo que sería una mala crítica en casi cualquiera no lo es del todo aquí. Porque Márai nunca aburre aún usando el mismo argumento una vez sí, otra también. Cais siempre hay un trío. A veces "un hombre que ama y otro que es amado" y una mujer en el centro de esas pasiones. Casi siempre nos muestra los tres puntos de vista. Casi siempre vemos que los tres puntos de vista hablan y razonan y piensan como el autor, a través de larguísimos y minuciosos monólogos que giran sobre la misma tesis y que van aportando pequeñas pistas sobre la historia con las que deduciremos los hechos pero nunca los veremos del todo. Un estilo de literatura de lo obsesivo que me recuerda al posterior Javier Marías en España o al austríaco Thomas Bernhardt si bien los temas de cada uno de estos autores son otros.
Aquí el personaje es Casanova. Se enfrenta a una antigua amante que bien podría ser la horma de su seductor zapato y al marido de esta. Y con argumento tan sencillo iremos aprendiendo sobre el amor, sobre la pasión, los celos, las venganza, el odio... Lo de siempre pero narrado con tanta fuerza y tanta convicción que a duras penas yo, que tanto he leído, pude abandonar el libro. Como siempre, sé cuando abriré la novela pero no cuando la cerraré porque su estilo es hipnótico. Te aturde poetizando y reflexionando a la vez sobre los sentimientos más profundos del alma y aunque sea más de lo mismo si le has leído antes no te importa que así sea. Cada pocos párrrafos me veo obligado a subrayar. Aunque sus tesis nunca sean nuevas:

"Eso es lo maravilloso de las mujeres:son capaces de llevar a cabo verdaderas hazañas cuando aman a alguien".

¿Alguna pega? Pues ninguna a nivel técnico. Otra cosa es que me convenza lo mucho que Márai le exigía a sus personajes. Y es que la voz sumisa al principio de esa Francesca que se le declara a Casanova es excesiva como ya lo era la loa a la amistad de "El último encuentro", perfectos catálogos de cosas que le pedimos al amor o a la amistad o a cualquier pasión pero absolutamente exageradas y difíciles de llevar a cabo por nadie. Duro que nadie ame como sus personajes. Y si lo hacen debe ser más por una afección mental que por motivos dignos de aplauso.
Pero no importa porque la suspensión de credulidad está asegurada si te dejas envolver por ese desgranar de lirismo, por ese modo de exprimir la teoría hasta las últimas consecuencias.
Sándor Márai es uno de los mejores científicos que ha dado el estudio del alma humana (o de sus pasiones). Creo que casi cualquiera de sus libros es altamente recomendable. Difícilmente se les puede admirar como menos que maravillas de la literatura.

martes, 5 de febrero de 2013

Relatos completos

Un autor del romanticismo alemán que se ganó su puesto en la literatura mundial muchos años después de su muerte. Y es que a Heinrich von Kleist le debió hacer bastante daño que un titán de las letras germanas como Goethe lo fulminase con sus críticas despectivas. Y a pesar de los valores que se le han descubierto años después a von Kleist me decanto más del lado de Goethe que de sus muchos seguidores. Porque leyendo esta colección de relatos descubro virtudes y defectos por igual pero son sus defectos los que me retiran del placer de la literatura más de lo que me acercan sus virtudes. Por supuesto es esta una opinión muy subjetiva. Nada he leído del von Kleist dramaturgo pero en esta colección de cuentos de Acantilado del año 2011 encuentro romanticismo en el sentido más exagerado y exasperante de la palabra. Demasiadas cartas mojadas de lágrimas, demasiados desmayos masculinos o femeninos, demasiados milagros del lado de los católicos(aunque tanto me da un lado que el otro, no me creo nada), demasiados buenos buenísimos y malos malvadísimos, demasiados demasiados cargados de eso, de Romanticismo exacerbado. Así que todo aquel que disfrute de ese momento de la literatura a principios del XIX tiene aquí el non plus ultra de las pasiones cargando las tintas y hasta cargándose a algunos de esos personajes. El que quiera algo más tranquilo se puede ir a parajes más intelectuales como los del citado Goethe. Y no por ello dejo de entender y apreciar un ritmo narrativo vertiginoso que en algunos momentos me ha parecido precursor de muchas novelas modernas. Porque si bien los dados a poner fechas y adjudicar etiquetas dicen que Poe inventó el género negro yo veo en estas páginas mucho de eso antes que el gran autor americano lo ensayase. Intrigas, gente buena que se vuelve malvada(esto sí me hace descubrir el sombrero que no tengo ante el autor) y una sucesión de eventos que hacen que ni una sola página suponga un descanso. A veces creo que estoy asistiendo al final de una historia y no he hecho más que comenzarla tal es el grado de situaciones que aporta Kleist. Sus personajes no paran quietos y los giros de las historias son frecuentes. Son las resoluciones ingenuas, milagrosas o cargadas de emotividad las que me dejan de algún modo insatisfecho. Hay autores que han envejecido mejor. Y también me hace ser suspicaz y pensar que tal vez su fama posterior también se deba a ese morbo que generan los artistas que murieron en la cumbre de su talento por mano propia. Muchos suicidas han hecho más por su carrera artística que todo lo que han creado. Y esto, pienso mientras miro los cientos de libros en las estanterias de la biblioteca que nunca tendré tiempo de leer al completo, no es bueno para el arte.
En cualquier caso y como siempre digo, no me hagan caso y juzguen por sí mismos. Este libro tiene sus lectores.